El hurto famélico y los miserables

Es denigrante ver a funcionarios formados para la defensa de la nación, que con las potentes armas que deben ser utilizadas para contrarrestar organizaciones delincuenciales, custodian a este “peligroso mafioso traficante de calabazas”

 

¡Qué desvergonzante foto expuesta a la opinión pública de un joven varón que se apropió de cinco pequeñas auyamas! Es la miseria humana, es la vergüenza no solo de un organismo de seguridad del Estado que tiene como honor su divisa, exponer a un menesteroso hijo de esta crisis y que vio en este fruto de la tierra su ración de comida, que por derecho de vida tenía que tener para saciar su eventualidad de hambre. Es la vergüenza de toda una sociedad y de todo un estamento gubernamental, en esta patética puesta en escena. Es denigrante ver a funcionarios formados para la defensa de la nación, que con las potentes armas que deben ser utilizadas para contrarrestar organizaciones delincuenciales, custodian a este “peligroso mafioso traficante de calabazas”. Me imagino la afrenta, el bochorno que deben sentir los dos muchachos de la guardia que flanquean a este “infractor de la miseria”, pensando que la captura de este hermano, de este venezolano caído en desgracia, los denigra a ellos mismos, porque son muchachos humildes también y su profesión, debe estar para proteger a los humildes como ellos.

Pero, sin ver el rostro de este famélico chamo “detenido en flagrancia”, si vemos en él tanta gente en el país como Jean Valjean, personaje principal de la célebre novela de Víctor Hugo “Los Miserables”, que deambulan con desespero por nuestra tierra escarbando la realidad para procurar el sustento para su familia y su desventura es castigada con todo el peso de la ley, pero sin justicia. Esta gráfica es el desespero humano sentenciado por la “autoridad”, con una justicia ciega, sorda y muda, que es implacable para oprimir al desvalido, para quien la ley si aplica. La posible respuesta oficial (si la hay) es que la contrarrevolución usa esta imagen para socavar la gestión de gobierno, sin reparar que las informaciones más grotescas son emitidas desde la ineficiencia y la corrupción del mismo seno gubernamental, mientras las respuestas, en vez de aclarar, obscurecen. El derrotero de justicia social delineado por el camarada comandante Chávez y que promulga diariamente el presidente obrero Maduro, está siendo derrotado por las fuerzas internas que descomponen la verdadera justicia, enmarcada en lo que debe ser el ideario y la praxis socialista.

Esta situación no tiene que verse como una elemental información para investigar quién hizo el arresto, quién tomó la imagen o quién autorizó su publicación. Se debe investigar la situación de desespero de este y otros ciudadanos detenidos o no por la misma causa y que su reivindicación no quede en una mera bolsa de comida que se le entregue, mientras se le toma una foto para “quedar bien”. No, compañeros y compañeras, es una realidad nacional patente que es prohibida difundir, porque solo se publica el realismo mágico de un Macondo en que se ha convertido Venezuela y que ni nuestro imaginario, ni el de García Márquez, alcanzaría para crearlo aun cuando atinó a decir que “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.

El ser pobre no depende totalmente de uno, como lo decía el filósofo Voltaire, porque nadie quiere serlo y menos los que pregonan el sacrificio material como fe de vida y le es tan fácil decirlo, porque la ostentación que los rodea les permite hacerlo. Es la hija de puta hipocresía de los que se han lucrado a costilla del hambre del pueblo y que afectan la vida y el entorno de todos los Rupertos, de todos los Jean Valjean, de todos los que hurtan porque están famélicos. Porque esta situación tiene que ver con la justicia. Porque el hambre de nuestro pueblo es hambre de justicia, no joda.

“La diferencia radica en que hoy todo puede ser fotografiado. Ninguna miseria puede ocultarse, todas son públicas. Sin embargo, este hecho significa que nos acostumbramos mejor a ellas”.

Elías Canetti, Nóbel de literatura 1981.

Carlos J. Contreras

aporrea.org

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