Un diciembre sin navidades

La situación es tan crítica, triste y desoladora, que con razón se ha dicho que este es un diciembre sin navidades

¡Hasta las navidades nos las saqueó este gobierno! Esa es la verdad. Basta con mirar a nuestro alrededor y confirmar que tenemos un país devastado y enfurecido. Si no, veamos las ruinas del estado Bolívar, consecuencia del caos instigado desde Miraflores. Lo que ocurre en Venezuela pudiéramos decir -sin temor a que nos llamen exagerados- es único. Son diversos problemas los que se juntan para estremecer la vida de cada familia. Desde los tronadores casos de corrupción, a todos los niveles, hasta los indicios de que el narcotráfico perforó las más emblemáticas estructuras del Estado venezolano. “No hay hueso sano”, pues.

La situación es tan crítica, triste y desoladora, que con razón se ha dicho que este es un diciembre sin navidades. Jamás un gobierno había causado tales niveles de desastre en la economía del país. Además, pareciera que todo lo malo que hacen lo ejecutan con sadismo, porque lo disfrutan. Dicho de otra manera, se gozan ver al pueblo “pariendo”, haciendo colas. Una cola para ver qué comida compran, otra para sacar billetes de cien, otra para volver a colocar en la taquilla del banco los mismos billetes que de repente nada valen, otras colas para tratar de ser asistidos en hospitales o la más dolorosa, frente a la morgue para retirar el cadáver de un ser querido.

De allí la pregunta que con asombro, curiosidad y estupefacción -digámoslo así- se hacen en muchas partes del mundo: ¿cómo se sostiene un gobierno que ha hecho tanto daño a su pueblo? Tratemos de enumerar algunas respuestas. La primera es que estos dictadores se apropiaron de las instituciones. Por eso aquí en Venezuela no hay separación de poderes y reina la impunidad.

También han creado el monopolio de la violencia, tienen grupos armados que, sumados a los “institucionales”, usan sus armas para amedrentar y actúan al alimón con los circuitos judiciales para reducir a prisión a la disidencia. Es la mezcla de terrorismo mediático, recursos mal habidos, judicialización de la política y acoso policial y vandalismo, puestos al servicio de un régimen que no repara en el grave perjuicio que le causa al país ni a su gente. Lo que les importa es preservar el mando, “el coroto”, a como dé lugar. Y aquí es donde la oposición está llamada a revisarse. No digan que criticar a la oposición es hacerle el juego al régimen, ¡por favor! Lo maligno es continuar permitiendo que este régimen haga lo que le salga de su real capricho. Nunca debimos dejarle pasar esa maniobra de designar el pasado 23 de diciembre de 2015 a los magistrados “express” del Tribunal Supremo de Justicia. Eso debió ser revocado por los nuevos diputados. Nunca debimos permitir que “liquidaran” el Referéndum Revocatorio. Por eso hoy me siento muy orgullosa de Antonio, cuando escribió en su tuiter que “más importante que su libertad eran el derecho a la protesta, el revocatorio en el 2016 y el juicio político a los responsables de la crisis venezolana”.

Mitzy C. de Ledezma

 

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