El mundo en el año 2074: la inteligencia artificial supera al humano

Hablar es, para los expertos, una tecnología primitiva; la telepatía será el futuro. Nos comunicaremos por banda ancha, como lo hacen los ordenadores. Así que parece que la «locura» última de Elon Musk no es tan descabellada.

El primer gran salto tecnológico debería producirse en 2020. Pero no será el único. En 2045, el mundo no tendrá nada que ver con el que ahora conocemos. Y en 2074, lo que nos parecía pura ciencia ficción de la mejor producción de Hollywood, será realidad. Agárrense porque vienen curvas.

Para hacernos una ligera idea de cómo será el mundo dentro de 57 años basta con ver «Incorporated». La serie, que esta noche estrena Syfy en España, plasma una sociedad que se mueve sin problema alguno en coches completamente autónomos, donde la biometría es el principal factor de verificación e identificación de las personas y donde los teléfonos inteligentes físicos ya no existen porque han evolucionado a «smartphones» holográficos.

¿Realidad o ficción?

«En muchas ocasiones, la ciencia ficción de hoy es la ciencia real de mañana», asegura José Luis Cordeiro, ingeniero y profesor fundador de la Singularity University en Silicon Valley. Se trata de una institución sobre las nuevas tecnologías que -supuestamente- van a cambiar a la humanidad y van a hacer que sea posible el mundo que el telespectador va a ver en «Incorporated».

Al fin y al cabo, muchas de las cosas que hemos visto en al ciencia ficción se han convertido en realidad. Tal y como recuerda Javier Sirvent, Technology Evangelist, Stanley Kubrick mostró en su filme «2001: Odisea en el espacio» (1968) lo que hoy son las tabletas, «gadgets» inimaginables hace 49 años. Y hay más ejemplos.

En «Regreso al Futuro II» (1989), Marty McFly viajaba al 21 de octubre del año 2015 en un monopatín volador que Lexus ya ha convertido en realidad, aunque de momento solo se trate de un prototipo que no se comercializa.

Tampoco nadie se imaginaba, ni el mismo Martin Cooper, que el teléfono móvil evolucionaría a lo que hoy son los «smartphones». Por tanto, no parece descabellado pensar que el Hyperloop acabará siendo una realidad, al igual que los coches autónomos o que los cerebros humanos puedan conectarse, fusionar e interactuar con los ordenadores, tal y como pretende Elon Musk con su nueva empresa Neuralink.

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