En Los Teques revenden productos básicos hasta con 1500% de sobreprecio

Aceite lo venden hasta en 18 mil Bs en calles mirandinas. Foto: Archivo.
Aceite lo venden hasta en 18 mil Bs en calles mirandinas. Foto: Archivo.

Para que un venezolano pueda adquirir un kilo de azúcar, de leche en polvo o de harina de maíz precocido seguramente deberá pasar un par de horas en cola a las afueras de un establecimiento comercial. O puede comprarlo a revendedores. La escasez de alimentos y productos de higiene personal se ha traducido en un comercio paralelo, ilegal y hasta entonces clandestina, que revende a sobre precios lo artículos de consumo habitual.

En solo una cuadra, a modo de dibujar el escenario se pueden contar ocho puestos improvisados de revendedores. Las calles de la capital mirandina están llenas de mesas en las que revenden desde desodorantes, pasando por pañales desechables, hasta litros de aceite.

Un paquete de pañales de 20 unidades cuesta bs. 33.000 en una farmacia o establecimiento comercial. Los revendedores, en uno de los puestos improvisados venden la unidad en bs. 8.000. Obteniendo casi el 300 por ciento de lo que cuestan los 20 pañales al conseguir venderlos todos. No tiene registro de comercio y la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE) no los visita.

Ana Ramírez, acababa de preguntar por el costo de una botella de litro de aceite de soya. “Me la están vendiendo en 18.000 bolívares y ni siquiera es una marca reconocida” dijo. Admite que por dolencias en el cuerpo no puede pasar horas en una cola para adquirir los productos, pero cuestiona que el mismo litro de aceite lo venden con las bolsas del CLAP en 5.000 bolívares.

De igual forma revenden a sobreprecio desodorantes y toallas sanitarias. Productos que llegan a costar hasta 500 por ciento más de lo que legalmente tienen marcado. “Por qué la Guardia Nacional y los del Sundde no les hacen nada. El gobierno se empeña a perseguir y castigar a los que estamos vendiendo de forma legal, que pagamos impuestos y debemos aguantar la imposición de precios. Pero a los verdaderos ladrones, los que están en esa calle, no les dicen nada” demandó uno de los comerciantes que pidió mantenerse en el anonimato.

Lo que durante meses se hizo en bodegas de zonas rurales o barridas, también a sobreprecio, pasó a ser una práctica constante en las principales calles de prácticamente cualquier ciudad. Todo a la vista de efectivos de seguridad y funcionarios de gobierno. “No entiendo cómo esa gente puede revender productos sin ningún control o castigo” expresó Alfredo Yépez en medio de una serie de cuestionamientos.

Otros encuestados también mostraron su molestia por los sobreprecios que los revendedores tienen en los artículos que ofrecen. Sin embargo, por lo menos durante el recorrido hecho para la investigación, siempre hubo algún cliente, en uno u otro de los puestos, adquiriendo bien sea algún pañal, un kilo de azúcar o crema dental.

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