María camina por la avenida Bermúdez. De repente siente un movimiento brusco. Un hombre que venia corriendo le arrebató su cartera y se dio a la fuga entre los buhoneros.
La historia ocurrió cercanas las 11:00 am en el concurrido centro capitalino el pasado martes. “Los miércoles tienden a ser más tranquilos porque no hay buhoneros, pero el resto de la semana es una guillotina”, dijo Norberto García, comerciante, quien señaló que las ventas han bajado porque entre los trabajos de reparación y la inseguridad la gente opta por no frecuentar estos locales.
En la ciudad se reportan más de mil buhoneros en tan solo cuatro calles. “Esto complica el tránsito y facilita que muchas veces la delincuencia deje los objetos producto del hurto escondidos en algún puesto; cuando los atrapamos no tienen nada y no podemos detenerlos”, dijo una fuente policial.
Como este son muchos los cuentos de atracos perpetrados en las inmediaciones de la localidad, en la cual predominan los conjuntos residenciales y las quintas; no en vano los antisociales se han dado a la tarea de aterrorizar a la comunidad al cometer asaltos a diestra y siniestra a toda hora del día.
Fe de ello da Miriam Paredes, vecina del edificio Venezuela que en tres oportunidades ha sido víctima de los asaltos en horario nocturno cuando se dirige a su residencia. La fémina contó cómo la despojaron de su teléfono celular y de la cartera en robos que sufrió en febrero y junio respectivamente.
Pese a todo el esfuerzo y la disposición de los funcionarios de la Policía del estado Miranda (Polimiranda) que patrullan por la zona, ‘‘parece que luego que atrapan uno aparecen cinco choros más’’.
Aunado a ello, apuntó que este gran número de asaltos son perpetrados por culpa del pésimo alumbrado público, pues los ladrones aprovechan las solitarias y oscuras calles de la zona para robar sin impedimento alguno./PDO/gf