Calle del hambre: “Punto de encuentro por cuatro décadas de los amantes de las balas frías”

 

Esta calle es punto de encuentro en la ciudad capital.

Nadie conoce más los gustos de los tequeños que Mireya Quintero. Con aguacate, queso amarillo y llanero, un huevo frito o a la plancha e incluso tajadas, así de “resueltas” son las hamburguesas que exigen los clientes que atiende en su local de la “calle del hambre”.

Como en muchas regiones del país, Los Teques fue una ciudad que dando paso al desarrollo ha recibido desde los años cincuenta a hombres y mujeres del oriente y occidente venezolano, también abrigó a una importante colonia de luso descendientes,  italianos y españoles. Por esto, no podía escapar a la variedad gastronómica y a la mezcla de sabores y aromas que llegó con la intención de quedarse.

Es a partir de los años ochenta cuando se realizan importantes inversiones en el ramo de la construcción y otros sectores; con el crecimiento de la ciudad y su población, deviene entonces una demanda de espacios en los que se abastecían improvisadamente y en un clima de contingencia, el consumo de alimentos fácilmente producidos, después de in intensa jornada laboral. Siendo esa una época “dorada” y de ebullición económica, comienza a proliferar improvisadamente en algunas calles de la capital, tarantines modestos que aplacaban el apetito de quienes transitaban.

En una de nuestras improvisadas avenidas es en la que de manera anárquica y fomentada por la carencia de leyes municipales para la época, se ubican los primeros vendedores informales de alimentos.

En principio eran 10 negocios que funcionaban en la acera de la antigua avenida Arvelo hoy conocida como la avenida Francisco de Miranda; desde su tráiler, Mireya vio crecer la capital de Miranda. Hace unos 17 años fue reubicada, junto a sus compañeros, a un lado de la avenida; solo pasaron 8 locales, ya que debían pagar por el alquiler del espacio y dos no lo pudieron costear.

Para Mireya cada día es una experiencia nueva, lleva dos décadas al frente del local gracias a la confianza que le tiene el dueño. Su fama radica en los ricos perros calientes y patacones con queso amarillo rallado, a pesar del costo siguen ofreciendo tal alternativa.

Esta mujer conoce la historia de la emblemática calle .

En el puesto, ubicado en una esquinita, han trabajado familiares y amistades  “hasta que mi hija se casó estuvo en el negocio” apunta, al igual que sus otros dos hijos, uno trabajaba y estudiaba, mientras el menor falleció lamentablemente en un accidente de tránsito.

Con mucha nostalgia recuerda que aunque nació en Caracas, tiene 43 años viviendo en Los Teques de los cuales casi la mitad la ha pasado dirigiendo el puesto de comida rápida desde las 10:00 am hasta las 6:00 pm, luego está otro grupo que sigue hasta medianoche o dependiendo de la jornada hasta la 1:00 am.

Mireya con una gorrita de cuadros, lentes y una amabilidad incomparable, admite que aunque las ventas han caído por la crisis del país, gran cantidad de tequeños siguen acudiendo a la calle del hambre, la razón: “les queda cerca, es accesible y les encanta el sazón”.

Reconoce que a lo largo del año han tenido momentos muy buenos y otros no tanto, sin embargo considera que es una parada fija para propios y extraños, pueden satisfacer antojos, en un sitio agradable y atendido por personas muy amables.

Mireya se levanta a las 5:00 de la mañana, realiza las labores del hogar y luego mucho antes de las 10:00 am, se va para el negocio aprovechando para limpiar la plancha y demás herramientas de trabajo; la limpieza es una bandera para el negocio, también revisa la nevera para ver que le falta.

El secreto del negocio que se ha mantenido por tres décadas es la atención, amabilidad y la sazón inigualable, afirma que muchos clientes se han convertido en amistades de años, quienes siempre acuden por considerarlo un punto de encuentro.

En los primeros años muchas personas salían del cine y llenaban la “calle del hambre” con todo tipo de pedidos, recuerda que los lunes populares eran de seguro un lleno total.

En la actualidad la escasez y el alto costo de los ingredientes ha repercutido en los precios, a pesar de ello los clientes siguen acudiendo a comer. La llegada del pepito fue una sensación, todos los pedían, luego llegó el “camión” un particular menú que se hacía con dos panes canillas y estaba relleno con todo; por la escasez de pan no lo ha podido vender más, situación que lamentan mucho los comensales.

Reconoce que su pasión es el negocio, atender a los clientes, ver crecer y desarrollar la ciudad. Pero está no es la única “calle del hambre” en la ciudad, entre los principales focos para ingerir una “bala” fría se identifian la de “el mercado”, ubicada en el mercado libre de El Paso, en ella se consigue comida peruana y colombiana, lugar de ceviches y tamales; la del “bulevar” situada en el bulevar Vargas, donde además de hamburguesas se venden pinchos; la de “Miquilén”, ubicada en los cruces de la avenida Miquilén e Independencia; la de la “Bermúdez” y la del “Barbecho” donde resaltan las suculentas empanadas./DM

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