“El llamado del Señor se escucha en Los Teques desde 1790”

Campanas guardadas dentro de la catedral tequeña

Hilda y Rosa aceleran su paso al escuchar las tres campanadas, saben que está a punto de iniciar la misa. Cruzan frente a la plaza Bolívar, se cubren sus cabezas e ingresan a la catedral. “Es el llamado del Señor”, apunta una de las ancianas.

Ese sonido ha cambiado en los últimos años, en un principio era generado por tres imponentes campanas de bronce traídas el primero de marzo de 1790 desde Paris (Francia), eran tocadas por Francisco Ascanio, mejor conocido como “El Morocho”; en la actualidad la tecnología se encarga de reproducir el sonido cada 30 y 60 minutos.

Por décadas “El Morocho” de forma puntual se encargó del arduo trabajo de llamar a los feligreses a orar. Alexander Cisneros, sacristán con 25 años en el ordenamiento de la celebración eclesiástica, reseña que las tres campanas de bronce se encuentran resguardadas en la parte baja del templo.

En un principio eran tocadas por medio de unas cuerdas que movían un martillo que al estrellarse contra las pesadas estructuras las hacían sonar; en la actualidad existe un sistema electrónico que imita el sonido de las campanadas, las cuales suenan a cada hora y media hora, así como tres veces antes de la misa diaria o la dominical.

Durante casi 200 años Los Teques careció del privilegio de tener un templo con su fuente bautismal, campanas y demás insignias demostrativas de su parroquialidad. Los vecinos para escuchar misa, bautizar, comulgar, celebrar matrimonios y velaciones debían emprender largas caminatas por trochas en burros o caballos hasta pueblos como Macarao o San Diego de los Altos.

Esta lamentable situación se pudo remediar el 21 de octubre de 1777 cuando, por orden del Rey Carlos III, el obispo catalán de la Provincia de Venezuela, don Mariano Martín, decretó la erección del curato de Los Teques.

Las campanas originales, que hoy día reposan en el sótano, son piezas con mucho valor histórico, son parte de los orígenes del campanario que fue lo único que quedó en pie tras el terremoto de 1967. Para el sacristán se trata de un gran baluarte, una reliquia.

Sin embargo a pesar de que hay quienes aseguran que fueron traídas de Europa, en los documentos del Arzobispado de Caracas aparecen registrados los nombres de los artesanos que activamente trabajaron en la constitución del templo.

El campanario es un símbolo de la ciudad.

Así, por ejemplo, se sabe que el órgano, de único registro, lo adquirió el padre Fernández Feo en Caracas por la suma de 323 pesos, la compra la hizo a dos Nicolás de Clermón, quien además cobro 23 pesos por el transporte hasta Los Teques. Mientras la campana de 12 arrobas fue fundida por Luis Antonio Toledo a un costo de 150 pesos, 5 reales.

El complejo sistema electrónico que hoy en día imita el tradicional sonido diseñado y colocado por una empresa privada, tiene el mecanismo en la oficina del padre, ubicada en la Casa Parroquial a un lado de la iglesia de Los Teques.

Algo muy particular es que en la cúspide de la estructura del campanario permanece un reloj que en un principio debía dársele cuerda dos veces al mes, el trabajo estaba a cargo de un joyero del centro de la ciudad que subía puntualmente a sincronizarlo; este permanece en la flamante torre del campanario con números romanos que dan la hora desde hace siglo a oriundos y visitantes.

A la fecha el imponente reloj se mantiene activo, pero ahora, al igual que el sonar de las campanas, funciona gracias a un sofisticado sistema electrónico; también se considera una pieza excepcional. Con las remodelaciones, la iglesia fue perdiendo importantes piezas de gran valor religioso y económico como lámparas, mármol e imágenes religiosas que lamentablemente se extraviaron

También están enterrados los cuerpos de Monseñor Pio Segundo Bello, Monseñor Juan José Bernal Ortiz y el Monseñor Eduardo Tomás Boza quien fue desterrado de Cuba, por el régimen castro comunista.

La catedral de Los Teques es un orgullo para los ciudadanos

Otra reliquia que permanece en la imponente catedral es el óleo de La Ascensión del Señor, pintura que mide 5 metros de altura por 5.50 de ancho. Para Cisneros son muchas las anécdotas que rodean el campanario de la Iglesia San Felipe Nery, muchos recuerdan que las campanadas los invitan a las diversas actividades de la Semana Santa, año tras año.

De acuerdo con el sacristán son muchos los tequeños que han recibido el sacramento del bautizo, la primera comunión y matrimonios, a lo largo de varios siglos. Mientras en el antepasado los difuntos eran llevados a la catedral para recibir los rituales religiosos.

Para Cisneros es muy importante mantener las tradiciones y que las futuras generaciones las sigan respetando, tal como fue iniciado en 1790 por fieles de esa época./DM

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