Para estas presidenciales, Maduro diseñó sus propios adversarios

Uno de los mayores errores tácticos de la conducción política opositora en Venezuela ha sido subestimar la capacidad de maniobra de la élite gobernante para mantener el poder a lo largo de 18 años y en el caso específico de Maduro, considerarlo como un bruto y un pendejo al que se le podía ganar una elección por la “simple” circunstancia de que su gestión tiene el 80% de rechazo; sin embargo, los hechos han demostrado que los brutos y los pendejos han sido otros debido a que para las elecciones presidenciales del próximo 20 de mayo Maduro diseñó sus propios adversarios y será reelecto por la cantidad de votos que le dé la gana autoasignarse, incluso con más de los 10 millones de votos que ha prometido obtener.

Lo que está sucediendo con las candidaturas “adversarias” a Maduro y con los partidos políticos que las apoyan no ha ocurrido por casualidad sino que es producto de una larga y pensada operación quirúrgica electoral cuyo bisturí ha sido usado por la Contraloría General de la República para inhabilitar a importantes líderes opositores para sacarlos de la carrera presidencial; por el Ministerio Público para imputar a potenciales rivales por delitos creados artificialmente; por el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral para crear y aplicar unas restrictivas normas que invalidaron el 80% de las organizaciones políticas opositoras y/o para facilitar la conveniente creación de otras que serían utilizadas en esta ocasión; y por el organismo electoral, en separado, para pervertir el sistema electoral al extremo de que la mayoría de los ciudadanos perdieron el valor en el voto como herramienta para ejercer un derecho político constitucional.

Una contienda electoral en la que se impida la participación de candidatos como Leopoldo López, Henrique Capriles o Antonio Ledezma no es un proceso transparente ni justo; o que hayan sido cancelados los partidos Voluntad Popular, Primero Justicia, Causa R, Proyecto Venezuela, ABP o Convergencia (sólo por nombrar algunos de los 40 opositores eliminados), tampoco lo es; o que las condiciones electorales favorezcan de manera grosera al candidato del gobierno, menos; pero el panorama es más dramático cuando se analizan las cinco candidaturas “adversarias” que se postularon y los mecanismos que fueron facilitados para que aparezcan en la boleta electoral. Veamos.

De los tres partidos que apoyan a Henri Falcón, sólo en el caso de Copei existe fe pública de que cumplió con el dificultoso proceso de validación, pero existen dudas razonables de que Avanzada Progresista lo haya logrado debido a la ausencia notable de militantes durante la jornada que le tocó renovar su nómina; y para el MAS, el CNE aplicó un mecanismo express como el usado para validar a los 10 partidos del Gran Polo Patriótico que postularon a Maduro

Por otro lado, los candidatos Francisco Osorio Visconti y Luis Alejandro Ratti se inscribieron por iniciativa propia y Javier Bertucci, por el grupo de electores Esperanza por el Cambio; pero el extraño y curioso detalle es que la Ley Orgánica de Procesos Electorales exige que para ambos casos se necesita el 5% del registro electoral, lo que significa que debieron reunir al menos un millón de firmas de los 20 millones de electores inscritos y nadie sabe cómo ni cuándo realizaron esos gigantescos operativos que implican grandes movilizaciones de personas a las oficinas dispuestas para tales; y Reinaldo Quijada se presenta por el movimiento Unidad Política Popular 89 (UPP89), una organización que surgió de la nada y no tiene historia conocida.

Con todo, el gobierno está desperdiciando la oportunidad de salir del poder por la puerta electoral y con ello la posibilidad de un trato institucional y optó por salir huyendo por la ventana trasera sin medir las consecuencias jurídicas y/o administrativas que les pudiera acarrear seguir siendo considerado como una dictadura en gran parte del planeta. La gran pregunta es ¿Venezuela será capaz de aguantar otros seis años de esta tragedia sin que pierda el control y se lleve a un gentío por el medio?.

UN MES MÁS CAMBIA LAS COSAS?. La unicidad de criterios de la élite gobernante en Venezuela, la claridad de que su objetivo es mantener el poder a costa de lo que sea y la falta de escrúpulos en usar la mentira como elemento propagandístico, la coloca en una considerable ventaja estratégica sobre la incoherencia en la toma de decisiones y la ingenuidad que ha mostrado la conducción política de la oposición en los últimos tiempos; y por eso se puede explicar que el deseo de cambio de más del 80% de los venezolanos, no se pueda concretar en estas elecciones presidenciales. Por ejemplo, siempre defendí la tesis de que las condiciones electorales logradas en el diálogo de República Dominicana eran suficientes para participar con un candidato unitario si la fecha del proceso pasaba de los cuatro meses después de la firma del acuerdo, pero ante la imposibilidad de esa fecha el gobierno picó adelante y fijó el 22 de abril para inducir la decisión de que la oposición no se presentara en unidad y logró acortar los lapsos del cronograma para reducir las opciones candidaturales opositoras; sin embargo, ante la corriente abstencionista que se desató y ante la certeza de que no había tiempo para redefinir nuevas opciones, el gobierno replanteó la fecha para el 20 de mayo cuando ya el daño está hecho. En resumen, si esta fecha de mayo se hubiese anunciado en un primer momento no tengo dudas de que la oposición hubiese presentado un candidato unitario y la salida de Maduro estaría decretada; sin embargo, en estas circunstancias ese mes de más no cambia las cosas e igual seguirá la actual élite en el poder para desgracia de los venezolanos.

Sergio Graffe 

 

 

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