Voces de la Academia: Raúl Salas Biord. In memoriam

El martes 12 de junio de 2018 falleció en el Centro Médico de San Bernardino, en Caracas, el profesor Raúl Elías Salas Biord. Había nacido en la Clínica Manrique de El Valle el 23 de marzo de 1949, hijo de Pedro Elías Salas y Yolanda Biord Rodríguez. Vivió siempre en Los Altos de Miranda, en San Antonio de Los Altos y Carrizal. El 13 de junio, día de san Antonio de Padua, sus restos mortales velados solemnemente desde la víspera en el Colegio Champagnat en Caurimare fueron cremados y sus cenizas han de reposar en la iglesia de San Antonio de Los Altos.

Hermano gemelo de Rolando Elías, el morocho Raúl estudió en Los Teques en el Colegio Domingo Savio, el Liceo San José y el Liceo Francisco de Miranda, de donde egresó como bachiller en Humanidades en 1966. En algún momento se sintió atraído por la vocación religiosa, pero luego optó por continuar su formación universitaria en la Universidad Católica Andrés Bello. Primero estudió en la Escuela de Derecho y, más tarde, se decidió por la que sería su más importante vocación: la docencia. Ingresó entonces en la Escuela de Educación de la misma universidad y en julio de 1980 egresó como licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales. En 1999 culminó una especialización en Gerencia Educativa en la Universidad Santa María.

Desde muy joven, siguiendo la senda iniciada por su madre, Yolanda Biord Rodríguez, la maestra Yolanda, dio clases en diversas instituciones de Los Altos mirandinos, como el Grupo Escolar José Manuel Álvarez y el Colegio Los Próceres en Carrizal y también en el Liceo Antonio Muñoz Tébar en Los Teques. Participó en la fundación y conducción académica de dos instituciones educativas, el Colegio San Francisco de Asís y la Unidad Educativa Simón Rodríguez, ambas en San Antonio de Los Altos. Sin embargo, sería en Caracas, en el Colegio Champagnat, donde desarrollaría su mayor labor docente durante más de cuarenta años. En 1977 ingresó como profesor de Historia de Venezuela y luego desempeñaría los cargos de Jefe del Departamento de Ciencias Sociales, Coordinador de Educación Media en 1980 y, finalmente, durante 20 años, entre 1981 y 2001, la dirección del Colegio. Tras separarse formalmente de ese cargo, se mantuvo en la supervisión de control de estudios y subdirector del colegio hasta su fallecimiento.

El morocho Raúl se identificó profundamente con el carisma y la filosofía educativa de los hermanos maristas e hizo del Champagnat su segunda casa, su hogar intelectual. De manera simultánea, y también por más de veinte años, impartió clases en el Instituto Universitario Salesiano Padre Ojeda y en la Universidad Católica Andrés Bello en Los Teques, formando maestros, profesores y seminaristas con la misma mística con la que él se dedicaba a la docencia y la planificación educativa. También dio clases de historia en la Universidad Monte Ávila en Caracas.

El Morocho tenía fama de ser un profesor muy estricto en sus clases y en la disciplina del colegio. Su amplia y dinámica visión del hecho educativo, desde una perspectiva cristina y de ética social, le permitió conducir con acierto una institución tan grande como el Champagnat, manejar adecuadamente las exigencias y puntos de vista de padres, representantes y autoridades educativas, incluso las demandas por sanciones disciplinarias. Un comediante que había sido alumno del colegio mantuvo un programa radial matutino durante muchos años en el que aludía cada mañana de manera jocosa pero con respeto, en un horario en el que los jóvenes estudiantes se desplazaban hacia las instituciones educativas, el estricto orden que imperaba en el Champagnat gracias a su director.

Sin embargo, el morocho en la familia y la intimidad de los amigos era una persona cariñosa y sumamente solidaria, afable y benevolente, además de un excelente conversador. Extraordinario cocinero, diestro bailarín y astuto jugador de cartas, siempre fue un gran anfitrión. Hizo muchos viajes y de todos rememoraba hermosas anécdotas. Su recuerdo permanecerá no solo entre quienes lo quisimos por el lazo de la sangre, sino entre quienes disfrutaron el placer de su compañía, de su magisterio y apoyo profesional.

Descansa en paz, primo. Los caminos que abriste y transitaste han de conservar los labrados cantos de tus huellas, el eco de tu risa y tus historias, la luz de tu imborrable presencia. Tus clases las escuchan ahora ángeles y espíritus elevados que han de compartir sus enseñanzas con el perfume de tantos espacios y seres que ornaste con tu cercanía.

 

Horacio Biord Castillo

Contacto y comentarios. hbiordrcl@gmail.com

Academia de la Historia del Estado Miranda

 

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