La excelencia de los restaurantes de carne se hace sentir en Caracas

Los Picapiedras

El venezolano es carnívoro por excelencia. La oferta de restaurantes especializados en carne en Caracas supera con creces a todos los demás y se mantienen activos durante mucho tiempo, llegando algunos a celebrar los 70 años. Tradicionalmente Caracas ha contado con muchos y excelentes restaurantes de carnes donde satisfacer los apetitos de comensales ávidos de entrar en los secretos de las entrañas y vísceras, grasas y fibras, que bien cocinadas pueden ser una delicia, pero un error de fuego, temperatura o corte, siempre resulta fatal y puede terminar en “chancleta”. El culto por la carne va desde una sencilla parrilla callejera con su infaltable yuca y guasacaca servida en platicos de cartón por vendedores ambulantes, hasta sofisticados restaurantes con cortes de carne de todo tipo, contornos tradicionales y contemporáneos, potentes extractores de aire, algunos con terrazas bien aireadas, mucha vegetación para dar ambiente de campo y bares provistos de ingentes cantidades de whisky. Porque si hay algo que ingiere el típico consumidor de carnes en Venezuela es whisky, y si es mayor de 18 años -el whisky, no el comensal- cree que se la “está comiendo” ante sus invitados, muy lejos de lo que debe ser.

Pero, en honor a la verdad, en los últimos años el vino ha ganado bastantes adeptos y adictos, bien por educación gastronómica y convencimiento personal que un buen tinto es lo más adecuado, o por continuar con su afán de aparentar que sabe y que crean que es un “hombre viajado”. Mejor dicho, un “comensal viajado” para que no me tilden de machista. En todo caso, bienvenida la botella de vino a la mesa y el dejar el escocés para otros momentos. La cerveza aparece a veces, pero en comederos de menos categoría. Champaña y ron no van con la carne. Los primeros pobladores de la Tierra comían tubérculos, frutas, raíces, verduras. Luego comenzaron a ingerir carnes crudas hasta que apareció el fuego y voilá, nacieron las primeras parrillas al aire libre. Estudios científicos determinaron que los primeros seres humanos consumían carnes de considerable tamaño cortadas a su real saber y entender, es decir sin ninguna disección especial.

No en vano hemos conocido a Pedro Picapiedra y Pablo Mármol cocinando y devorando gigantes filetes de brontosaurio, mientras Vilma y Betty observaban. Alguna comparación con los maestros parrilleros actuales no es coincidencia, es simple herencia directa. El hombre siempre se ha encargado de hacer la parrilla los domingos. Eso no ha variado en siglos. Desde los filetes que consumía el Homo sapiens hasta llegar al centro de lomito en salsa bearnaise o una exquisita carne wagyu, pasaron unos cuantos miles de años para lograr esas ofisticaciones. Dos actores cómicos argentinos, Tranquilino y Esmeralda, llegaron a Caracas en el año 1953 contratados por Radio Caracas Televisión, que había iniciado sus transmisiones ese mismo año. Esta pareja -matrimonio en la vida real- estelarizaban un programa de comedias de media hora, que se emitía en la tarde llamado “Tranquilino y Esmeralda”. Venían de España donde habían tenido un éxito arrollador.

Con información de: https://www.elestimulo.com/

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