
“Yo no voy a confirmar las acusaciones lanzadas en la prensa”, indicó Obama, en momentos en que la supuesta vigilancia de un teléfono móvil de Merkel provocó un choque diplomático con Alemania y Europa
WASHINGTON. La Casa Blanca afirmó el martes que revisaría sus prácticas en materia de espionaje de dirigentes extranjeros, pero seguía siendo vaga en sus promesas frente a la cólera de los europeos y a las críticas del Congreso.
Un alto funcionario de la Presidencia explicó este martes a la AFP que el gobierno de Barack Obama evalúa declarar ilegales las escuchas de conversaciones de dirigentes aliados, como reveló más temprano el diario The New York Times, pero señaló que esa decisión aún no se había tomado.
El funcionario, que habló desde el anonimato, calificó en cambio de inexactas las declaraciones la víspera de la dirigente de la comisión de inteligencia del Senado estadounidense, Dianne Feinstein, que dijo haber recibido del Ejecutivo la garantía de que “la recolección (de datos) de nuestros aliados no continuará”.
La noche del lunes, el presidente Obama señaló que había solicitado una evaluación de las operaciones de recolección de información, específicamente por parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) “para asegurar que aquello que somos capaces de hacer no signifique necesariamente que debamos hacerlo”.
En una entrevista televisiva a la cadena ABC, Obama, quien dijo que la “evaluación” está en curso desde que salieron a la luz las revelaciones hechas por el exconsultor de inteligencia Edward Snowden, se rehusó en cambio a responder una pregunta sobre la vigilancia de las comunicaciones de la canciller alemana, Angela Merkel.
AFP