El «desaparecido» más multicultural del mundo desbordó energía durante tres horas de actuación, en las que cantó y tocó la guitarra
El artista francoespañol Manu Chao prestó la voz y el escenario a los que gritan contra la llamada ley Monsanto, durante un concierto en el que la fiesta y el compromiso social fueron los grandes protagonistas.
El «desaparecido» más multicultural del mundo desbordó energía durante tres horas de actuación, en las que además de cantar y tocar la guitarra cedió el micrófono a un grupo de activistas para que gritaran «¡Monsanto, fuera de Latinoamérica y del mundo!».
El rechazo al proyecto de ley que regula los derechos sobre obtenciones vegetales, que próximamente debatirá el Senado chileno, recibió el rechazo de 10.000 gargantas la noche de este domingo en el Velódromo de Santiago.
Este y otros problemas políticos que afectan a Chile desfilaron, uno por uno, por el escenario de la mano de sus canciones más populares.
Y si «Clandestino» acompañó a la reclamación de los derechos del pueblo mapuche, el cantautor, de 51 años, se atrevió a «soñar otro mundo» bajo el cielo del sur; un mundo en el que Chile tuviera educación pública para todos los niveles.
Francés, gallego, portugués, inglés, español. La singular torre de Babel de la discografía de este artista incluyó esta noche un idioma más: el ladrido de un perro, que subió al escenario al igual que otros espontáneos que bailaron a su lado.
Con Gambeat al bajo, Madjid a la guitarra y su compañero de Mano Negra Philippe Teboul a la batería, Manu Chao preparó un cóctel de fiesta y compromiso social capaz de agotar las pilas de sus miles de seguidores.
Con constantes entradas y salidas del escenario, el cuarteto de Manu Chao estuvo jugando al despiste con los fans chilenos durante más de media hora. Un sinfín de bises en los que nadie dejó de saltar ni por un momento.
Todos los temas parecían el último y el público, que ya se había dejado la piel con «Loiloiloi», se esforzó por bailar la «Rumba de Barcelona» mientras esperaba la ansiada «Mala vida».
El latido de su corazón marcó el ritmo de «Me gustas tú». Mientras el artista recordaba todas esas cosas que le gustan, golpeaba el micrófono contra su pecho para hacer la percusión.
Combinó cuidadosamente sus canciones más recientes con los temas más conocidos y siempre a ritmo de guitarra se oyeron desde ritmos «reggae» hasta un solo de Madjid en el que solo se podía gritar «olé».
Una larga despedida cargada de emoción al son de una ranchera de Vicente Fernández. «Y volver, volver, volver a Santiago otra vez», cantaba apenado Manu Chao, y aunque aún no se sabe cuando regresará a Chile, como el mismo dice, «pase lo que pase, sea lo que sea, Próxima estación, Esperanza.»
Agencias