El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual fue el día en que la catedral de Los Teques vistió sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Representa el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor.
Nos dice San Pablo: «Aquel que ha resucitado a Jesucristo devolverá asimismo la vida a nuestros cuerpos mortales». No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía que Israel festejaba y que los judíos festejan todavía, como lo hicieron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto por orden de Moisés.
El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la eucaristía.
Alex S. Fuenmayor C. @alexsfuenmayorc