Encontrar leche, harina, aceite, azúcar, café, pollo, carne y hasta desodorante es la principal preocupación de cientos de venezolanos que llevan meses lidiando con la escasez en los anaqueles de los supermercados.
La situación se ha agudizado tanto que el desabastecimiento se ubica como el primer problema que agobia a la población criolla, por encima de la inseguridad, según lo reveló Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
La afirmación encuentra sustento en los relatos de las amas de casa como Gloria Mejías, quien siempre anda con “el ojo pelado cuando paso por algún mercado para ver si llegó alguna mercancía que me haga falta”.
-Se ha vuelto en un círculo vicioso porque como uno no sabe cuándo volverá a ver un producto en los estantes, típico que cuando lo encuentras te quieres llevar varias unidades por si acaso, lo que a su vez ha llevado a las ventas controladas y limitadas, garantizando que más personas tengan acceso al mismo producto.
Otras se han convertido en “coleras” de oficio, como Yajaira de González, quien todos los días se da la vuelta por los supermercados San Diego en Los Nuevos Teques y Central Madeirense en La Hoyada, respectivamente, para ver qué encuentra.
-Cuando camino por el centro voy inspeccionando las bolsas de todo el mundo y no dudo en preguntar dónde encontraron artículos cotizados como papel higiénico, Harina Pan, jabón de baño, pasta dental y desodorante en barra, porque lo que hay es puro Mum bolita y la verdad es que no me presta nada bien.
Venden cupos
Siendo las colas en las afueras de mercados y perfumerías de la capital mirandina el pan de cada día, hay quienes cobran su servicio por hacer la fila, como es el caso de Luis Gutiérrez, de 20 años, que cobra 250 bolívares por hacerla.
“Ya tengo mis contactos en los negocios de Los Teques y me avisan cuándo va a llegar algo que me interesa y por el pin envío cadenas y no falta quien me contrate. Unos porque no tienen tiempo y otros simplemente porque no les gusta hacer cola”.
-Al ver que faltan pocas personas para ingresar al local llamo a mi cliente para que entre, porque si entro yo cobro un adicional más el costo de la mercancía que desean que lleve.
Pese a lo insólito que resulta el relato cada día son más las personas que se “rebuscan” con este negocio que ha cobrado auge y que pareciera estar destinado a expandirse, pues según proyecciones de Léon “el tema de desabastecimiento vino para quedarse un tiempo largo, incluso aunque se tomen medidas” para frenarlo.
Agregó que el país entero está en crisis y explicó que se trata de un problema interno debido a un modelo económico inadecuado que “tiene cuatro patas”, entre las cuales se encuentran los controles cambiarios y de precios, así como las expropiaciones improductivas.
“Milagros” intermitentes
Este miércoles las amas de casa se alegraron con la llegada de la leche así como lavaplatos al San Diego y ayer con el suministro de harina de maíz precocida.
“Hice una colita de dos horas pero como nos entregaron números sabía que al entrar tendría acceso a la mercancía, porque ya me ha pasado que después de hacer tremenda cola, cuando entro al comercio no queda nada. Lo mejor fue que despacharon ocho unidades por persona, así que puedo trabajar dos semanas tranquilamente”, aseguró Ada Mogollón, quien tiene un puesto de empanadas en el mercadito a cielo abierto de la antigua avenida Arvelo, el cual instala cada domingo.
-A veces lo ven a uno como acaparador, pero no entienden que uno trabaja y vive de la venta de comida. Me ha tocado quedarme en casa con los brazos cruzados por no hallar los ingredientes para preparar las comidas que ofrezco –el menú incluye arepas y bollitos. A eso hay que añadir lo que requiero para el consumo personal.
Mientras se hace regular el suministro de mercancía otrora básica, las amas de casa se resignan a recorrer no menos de cinco locales para hallar el mayor número de productos posibles y protagonizar colas de hasta cinco horas para llevarse lo que necesitan para completar el menú diario.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl
