El músico panameño Rubén Blades lamentó que muchos intelectuales de la izquierda siguen apegados al culto a Fidel Castro, y elogió al autor Eduardo Galeano por admitir que no podría leer nuevamente su libro, las venas abiertas de América Latina.
Recientemente el escritor uruguayo afirmó que no podría leer nuevamente su libro «Las venas abiertas de América Latina», por su retórica gastada y por la ausencia de un criterio económico mejor informado.
No se mostró arrepentido de haberlo escrito, pero indicó que esa etapa ya estaba superada. Dichas opiniones han creado un torrente de reacciones, sobre todo en el ámbito de la Izquierda latinoamericana, escribe en su blog el famoso cantautor Rubén Blades.
No renuncia a su posición
Antes que descienda sobre este asunto la pared del silencio, algo que usualmente ocurre en estas situaciones, me gustaría aplaudir la honestidad y madurez mostrada por Eduardo Galeano. Cabe aclarar a los que se consideren ofendidos por su declaración, que él no ha renunciado a su posición en la Izquierda, ni ha ido en busca de un refugio a la derecha del argumento político.
Se limitó a reconocer uno de los temas que un gran número de los que simpatizamos con el argumento humano de la izquierda hemos observado desde hace décadas, por lo general sin comentarlo públicamente, quizás para no dar una apariencia de apoyo a las posiciones del Imperialismo, y de la derecha y así robustecerlos con nuestra auto-critica, asegura Blades.
La «oficial aceptación»
La izquierda doctrinaria latinoamericana no ha podido trascender los desacreditados discursos de barricada, los apoyos incondicionales, la repetición de pensamientos invalidados por el tiempo, la incapacidad de criticar objetivamente los errores y contradicciones de los líderes y de los postulados de las llamadas revoluciones populares. El resultado de esta inercia ha producido la parálisis del justo argumento de la izquierda y nos ha llevado a la oficial aceptación de mentiras y de contradicciones, a la condonación de flagrantes violaciones al ideal de justicia social y a la resignación intelectual de que la ideología va por encima de todo y que justifica plenamente que se ignore la razón de cualquier argumento contrario al dogma, incluso si contribuye a la creación de una mejor respuesta social, apunta el artista.
Agencias