Esclavas sexuales buscan consuelo papal

Lee Yong-soo confía en que el papa Francisco le brindará algún consuelo por la amargura que siente todavía más de siete décadas después que los soldados japoneses la forzaron a prostituirse durante la Segunda Guerra Mundial.

Lee, de 86 años, y otras dos ancianas forzadas a esclavitud sexual se sentarán en la primera fila durante la última misa que oficiará el pontífice en su gira de cinco días a Corea del Sur. Francisco no puede resolver una vieja cuestión espinosa que obstaculiza los vínculos entre Corea del Sur y Japón, ambos aliados de Estados Unidos, pero las víctimas de esa situación buscan mayor atención mundial mientras presionan a Japón para que se disculpe y las indemnice.

También buscan contar al papa sus sentimientos sobre la brutalidad que padecieron de niñas.

“Si tenemos la oportunidad de hablar con él, quiero acercarme llorando y pedirle que nos ayude a conjurar nuestro dolor”, dijo telefónicamente Lee, católica devota que tenía 15 años cuando fue capturada como esclava sexual. “Quiero pedirle que nos ayude a poner fin a este problema de manera pacífica”.

No queda mucho tiempo. Solamente sobreviven 55 de las 238 mujeres registradas oficialmente como víctimas de la esclavitud sexual, según datos del Ministerio de Igualdad de Género y Familia, en Seúl. La edad promedio es 88 años. Dos murieron este año.

Las mujeres planean dar al papa la copia de la pintura de una joven con ropa tradicional coreana que representa a las víctimas que han muerto.

El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, sugirió que Francisco podría recibir a las mujeres en privado, lo que el pontífice hizo con familiares de las víctimas del naufragio de un transbordador surcoreano. Es improbable que Francisco les ofrezca algo más que palabras de consuelo y solidaridad. Lombardi ha dicho que no es función del pontífice intervenir en disputas políticas sino ofrecer cuidado pastoral y consuelo.

AP

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