La campaña en torno a la independencia de Escocia ha reavivado fuertes pasiones en ambos bandos a falta de sólo dos días del histórico referendo del jueves, pero el equilibrio de poder podría depender de los silenciosos indecisos.
Escocia decide el 18 de septiembre si corta los lazos que le unen con el resto de Reino Unido desde hace siglos. Las últimas encuestas se han estrechado dramáticamente y muestran que la votación está demasiado ajustada.
El destino de Reino Unido podría recaer en un grupo de unos 500.000 indecisos, en un electorado de más de cuatro millones, que sopesa la incertidumbre económica de un Estado soberano.
Con afirmaciones y argumentos en contra por parte de ambas campañas sobre cómo quedarían afectadas la economía, la seguridad social y la salud, algunos votantes que necesitan más persuasión no logran decidirse.
“Mi corazón dice sí, pero mi cabeza dice no. Creo que dependerá de cómo me sienta ese día”, dijo Anne, de la ciudad de Lochgelly, al norte de la capital, Edimburgo.
No quiso dar su nombre completo.
“Es tal riesgo y nunca sabes lo que puede pasar. Cuando incluso los empresarios no están de acuerdo en el impacto que va a tener, ¿cómo lo vamos a saber?”, dijo.
Mientras la campaña entra en su fase final, dos factores van a decidir el futuro del país: si aquellos que han expresado una firme preferencia se lo vuelven a pensar y si los indecisos salen de su duda y en qué dirección.
Los sondeos de opinión muestran que las personas mayores se inclinarán mayoritariamente hacia el “No”, pero los bastiones previos de los unionistas – el voto femenino y de los seguidores del Partido Laborista han estado indecisos. Ben Page, presidente ejecutivo de la encuestadora Ipsos MORI, dijo que los indecisos tienden a ser mujeres y jóvenes.
AFP