Algunos podrán extrañarlo. Otros no. Pero lo cierto es que en Brasil falta algo que suele ser clave en elecciones de otros países: un partido de derecha con más que un puñado de votos. Basta mirar a los tres candidatos que según las encuestas tendrán nueve de cada 10 sufragios en los comicios presidenciales del próximo domingo para notar esta singularidad.
La presidenta Dilma Rousseff, que busca la reelección, es una exguerrillera que pertenece al Partido de los Trabajadores (PT), una colectividad de izquierda que gobierna Brasil desde 2003. La ambientalista Marina Silva estuvo afiliada en el pasado al Partido Revolucionario Comunista y al propio PT. Ahora es candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB). Y Aécio Neves es el postulante del centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Es cierto que ha lanzado guiños a la derecha (planteando por ejemplo bajar la edad mínima para castigar ciertos delitos) pero está lejos de ser un conservador como se los conoce en Chile, Colombia o México.“Los candidatos a la presidencia de la república tienen un perfil de centro o centro-izquierda”, confirma Vera Chaia, una cientista política de la Pontificia Universidad Católica de São PaulO.
BBC