Leopoldo Puchi
La progresiva caída de los precios del petróleo, acentuada en los últimos días, y las declaraciones de Arabia Saudita en el sentido de que hay que acostumbrarse a un precio mucho más bajo del que teníamos, anuncia que la economía venezolana se verá fuertemente afectada y que la vida política y social será sometida a nuevos vendavales.
Esta disminución del ingreso petrolero se superpone a una realidad económica de por sí difícil, caracterizada por la debilidad de nuestro aparato productivo, la dependencia de la renta petrolera y los desequilibrios macroeconómicos profundizados por el rezago en la toma decisiones y por la herida causada por la fuga de millones de dólares asignados para importaciones y que se esfumaron en manos de banqueros, empresarios y funcionarios.
Ahora, ¿cómo procesar en el plano político esta realidad? Hay quienes sugieren, como lo ha hecho Víctor Álvarez, que se constituya un gobierno de coalición para hacer frente al problema. En realidad, esto es inviable y pudiera ser, incluso, inconveniente. Para otros, desde la oposición radical, se plantea una ruptura inmediata y completa con las instituciones y el modelo social vigente. Un enfrentamiento feroz.
Todo indica que hay que apuntar en otra dirección. De una parte, le corresponde al Gobierno acelerar las decisiones que permitan estabilizar los equilibrios macroeconómicos e impulsar la producción nacional. Por otra, fortalecer el marco de convivencia democrático entre el Psuv y la Mud, en función de cualquier resultado electoral en 2015. Si gana el Gobierno, para que no se produzcan nuevos intentos de derrocamiento. En el caso, no descartable, de que gane la oposición, habría que prepararse para una modalidad original de cohabitación de dos poderes públicos en manos de fuerzas diferentes.
Es indudable que Venezuela requiere de la construcción de un marco de coordenadas comunes a las dos grandes fuerzas políticas y sociales que conforman al país. No se trata de un consenso ni un pacto, sino un conjunto de parámetros básicos que permitan la alternancia sin que esto signifique el desmantelamiento del modelo económico y social vigente. El descenso de los precios del petróleo no hace sino poner más de relieve esta necesidad. Son razones de fondo para un diálogo, además de los reclamos y negociaciones coyunturales.
Para un proceso de diálogo es básico el reconocimiento mutuo. Después de todo, los actores en contraposición en Venezuela tendrán que convivir durante mucho tiempo en un mismo territorio y una misma sociedad, pues no se avizora la desaparición de ninguno de ellos. En este sentido tiene valor la frase “o nos entendemos o nos matamos”. Reconocer los intereses diversos facilita el camino del entendimiento.