
La resistencia bacteriana es la capacidad que han desarrollado las bacterias para evadir el mecanismo de acción de los antibióticos a los que habitualmente son susceptibles, haciéndolos inútiles para el tratamiento de las infecciones. Es causada por la exposición de las bacterias a los antibióticos en dosis muy bajas, por tiempos de tratamientos muy cortos o prolongados, o por una elección no adecuada del antibiótico para la infección que se trata, haciendo que se agote el arsenal terapéutico, y poniendo en riesgo la vida del paciente al haber la posibilidad de que se produzcan infecciones imposibles de tratar.
Esta situación ocurre principalmente por el uso inapropiado de medicamentos antimicrobianos, en el tratamiento de afecciones virales, en enfermedades autolimitadas o en patologías no infecciosas, incluso en la cría de animales, la automedicación y las recomendaciones de personas no especializadas (familiares o amigos). Por otra parte, las prácticas ineficientes para la prevención y el control de las infecciones, que promueven su propagación; así como la falta de técnicas de diagnóstico, tratamiento y prevención que aumentan el tratamiento empírico con antibióticos.
Entre los factores que pueden incrementar la resistencia bacteriana, se ha demostrado que el uso de terapias prolongadas con antibióticos, provoca la aparición de este fenómeno entre las 12 y las 24 semanas posteriores al inicio del tratamiento, en pacientes que nunca habían recibido ninguna medicación. “El antibiótico tópico que ha creado más resistencia es la eritromicina, debido al uso continuado durante muchos años. No obstante, la diferencia entre la resistencia a la eritromicina en comparación con la clindamicina es muy pequeña”, explica la doctora María Eugenia Landaeta, jefa del Servicio de Infectología en el Hospital Universitario de Caracas.
La resistencia bacteriana asociada al acné
La resistencia bacteriana relacionada con el tratamiento tópico del acné es cada vez más frecuente, debido al mal uso y abuso de los antibióticos que se utilizan en esta patología, tales como la eritromicina y clindamicina, y en menor grado con tetraciclinas por vía oral. La resistencia múltiple a estos principios activos es frecuente. Los tratamientos antibióticos prolongados por vía sistémica o tópica condicionan una mayor posibilidad de resistencia bacteriana.
Antibiótico usado para tratar ciertas infecciones causadas por las bacterias, como bronquitis; difteria; enfermedad de los legionarios; tos ferina; neumonía; fiebre reumática; enfermedades venéreas; y las infecciones del oído, el intestino, el pulmón, las vías urinarias y la piel.