En una de las filas las personas tenían la posibilidad de llevar cinco kilos de azúcar por Bs. 90, en otros expendían la misma cantidad más un lavaplatos en barra por Bs. 120, otro local asiático ofertó papel sanitario en Bs. 575 el bulto y a Bs. 18 por unidad.
Aunque parezca mentira hoy en día hasta para comprar materiales de construcción hay que hacer colas, o en su defecto anotarse en una lista para poder adquirirlos.
En las ferreterías hay reportes de personas que tienen hasta tres años esperando para comprar lo necesario para remodelar o construir sus viviendas y otros que hacen largas colas en ferreterías del Gobierno para poder comprar cabilla, cemento y pego a precios subsidiados.
Por si fuera poco, quienes tienen mascotas también padecen el eterno viacrucis de la espera. Y es que hasta los animales se están viendo afectados con la escasez pues desde hace varios meses la distribución de alimento para ellos también se ha visto retrasada en la entidad. también hay problemas con la distribución de los medicamentos para atacar las garrapatas, remedios desparasitantes, entre otros.
Los productos para mantener caballos, ganado vacuno y gallinas, también están prácticamente desaparecidos.
Algunas personas con cría de gallinas han optado por alimentar a sus animales con productos para cerdos o vacas, ante la falta de purina, crecerina, ponarina, entre otros rubros. El maíz que es usado para las gallinas ponedoras también esta desaparecido del mercado, y cuando se consigue hay que hacer cola.
Érase Una Vez…
Hasta hace unos tres años los ciudadanos solo se quejaban de las colas que tenían que soportar en las avenidas y autopistas de las grandes urbes. Ahora, los venezolanos tienen que realizar inmensas colas casi a diario, no para comprar artículos de lujos, sino para comprar el sustento que llevan a sus hogares.
Productos de primera necesidad como leche, harina de maíz, margarina, jabón de baño, papel, champú, afeitadoras, detergente en polvo, lavaplatos, desinfectantes, cera para pisos, pañales desechables, son solo alguno de los artículos por los que diariamente el pueblo debe salir a las calles; y es que atrás quedaron esos días en donde era normal acudir a un supermercados y llevarte lo que desearas, pues ahora el pan nuestro de cada día es hacer colas y más colas.
Hasta 15 colas en un día
La mañana de este viernes se registraron en el centro de la capital mirandina al menos quince colas para adquirir alimentos de primera necesidad.
En diversos puntos de la urbe se observo a centenares de tequeños formarse uno detrás del otro con la esperanza de adquirir los famosos “combos” que se arman los comerciantes para expender los productos.
En una de las colas las personas tenían la posibilidad de llevar cinco kilos de azúcar por Bs. 90, en otros expendían la misma cantidad más un lavaplatos en barra por Bs. 120, otro local asiático oferto papel sanitario en Bs.575 el bulto y a Bs. 18 por unidad.
Igualmente, se vieron colas para adquirir pañales desechables en dos importantes cadenas farmacéuticas en una vendían pampers, mientras que en la otra vendían huggies—en esta ultima también estaban ofreciendo al publico la venta de suavizante para ropa y lavaplatos—.
Las colas para comprar detergente en polvo tampoco se hicieron esperar, pues ayer dos negocios abrieron sus santamarías con el “noticion” de que tenían ACE – uno de las más usados por los consumidores—. Cavas repletas de leche liquida y jugos pasteurizados hicieron lo propio e hicieron su “agosto”, pues vendieron más de 100 litros del producto a precios accesibles, consumidores cargaron hasta con cinco litros por personas.
Quienes se dedican a esta tarea maratónica diariamente, aseguran que deben salir en horas de la madrugada de sus hogares para poder hacer todas las colas que les sea posible, pues destacan que deben aprovechar la distribución de los rubros, ya que desconocen cuando volverán a encontrarlos.
Aunque el gobierno nacional ha invertido una gran cantidad de dinero en campañas mediáticas en donde llaman a no hacer compras nerviosas, los consumidores hacen caso omiso a ello y prefieren prevenir antes que lamentar.
Ronald Padrón
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