“La distancia más larga”, de Claudia Pinto, se abrió un hueco en las nominaciones a los premios cinematográficos más importantes de España tras haber cosechado un gran éxito de público en su país (donde estuvo cuatro meses en cartel)
Un año después de que “Azul y no tan rosa” consiguiera el primer Goya para el cine venezolano, la historia se repite: otra ópera prima, esta vez escrita, dirigida y producida por una mujer, vuelve a optar al galardón en la categoría de mejor película iberoamericana.
Aunque no figuraba en las quinielas, “La distancia más larga”, de Claudia Pinto, se abrió un hueco en las nominaciones a los premios cinematográficos más importantes de España tras haber cosechado un gran éxito de público en su país (donde estuvo cuatro meses en cartel). Y aunque aquí aún no tiene fecha de estreno, viene avalada por premios como el de mejor película latinoamericana en el Festival de Montreal o el del público en el Festival de Huelva.
“Nuestra lucha era intentar hacer una película lo más honesta posible, y parece que esa verdad ha conseguido enamorar“, cuenta a dpa Pinto (Caracas, 1977) en la mañana siguiente a la Fiesta de los Nominados a los Goya. “Me emociona mucho esta nominación porque llevo 12 años viviendo aquí”, explica, “y la película habla precisamente de encuentros”.
“La distancia más larga” sirve como metáfora de ese viaje constante de idas y vueltas que es la vida, pero también es un llamamiento al respeto por la libertad de cada cual para decidir su destino. La protagoniza la actriz española Carme Elías, que en 2009 ya recogió un Goya por “Camino”, pero esta vez se enfrenta a su propia muerte y de manera diametralmente opuesta: tiene una enfermedad terminal y quiere ser ella quien decida cuándo y dónde ponerle fin.
El lugar elegido es el singular Roraima, uno de los imponentes tepuyes (montañas tabulares) situados en la región de la Gran Sabana. “No se había rodado nunca allí y me preguntaba por qué”, explica Pinto. “Más allá de que es hermoso, tiene una energía sanadora muy especial y era un reto intentar transmitirla en una película”. De hecho, confiesa, fue allí donde nació el germen de la historia cuando en 2001 viajó por primera vez al parque natural tras la muerte de su madre.
Para Elías (Barcelona, 1951), el paisaje no sólo era un protagonista más, sino también “un aliado” a la hora de hacer frente a las duras condiciones de un rodaje “a flor de piel”. Y es que filmar en esta zona remota a casi 20 horas de viaje en carretera desde Caracas era un desafío que hacía llevarse las manos a la cabeza a los productores, añade Pinto. Pero al final, apunta la protagonista del filme, el resultado es una “película de presupuesto pequeño que parece una gran producción”.
Nota de prensa