
Azúcar, carne de res, pollo, pasta, aceite y harina de maíz precocida figuran entre los productos cuyo aumento ha sido autorizado por el Gobierno durante el 2015, descuadrando el ya golpeado presupuesto de los altomirandinos, quienes además lidian diariamente con la escasez de mercancía básica.
“Uno entiende que hay que ajustar los precios de los productos porque algunos ni siquiera llegan a cubrir los costos de producción y evidentemente nadie trabaja a pérdida, pero de allí a que todo el mundo coloque el precio que le dé la gana y juegue con la necesidad ajena, hay un buen trecho”, se quejó Verónica Prieto, vecina de San Camilo, quien este lunes se formó en la fila en las afueras de Automercados San Diego, en Los Nuevos Teques, aunque desconocía qué estaban vendiendo.
–En mi casa me dicen que voy a parar en loca porque me meto en cuanta cola me topo. En el caso de hoy fue porque es mi número de cédula y sí hay fila quiere decir que llegó algo de interés y como ahora nada sobra en la despensa, decidí sumarme a riesgo de que cuando me toque entrar ya no quede nada.
Como ella cientos de personas salen cada día a la expectativa y se meten en cuanto comercio se topan de camino a sus lugares de trabajo, centro de estudio u hogar con tal de hallar lo que tanto anhelan, que puede ser desde un pote de champú, pasando por un paquete de toallas sanitarias, detergente, papel higiénico, toallín hasta un kilo de carne regulada.
“La crisis económica ha hecho que los costos de todo se multipliquen en tan sólo un año; cuando se hace la comparación con respecto a hace una década la diferencia es abismal; un almuerzo para dos personas implica desembolsillar Bs. 1.000, lo que antes era un millón de bolívares, todo está exageradamente caro; sin embargo, hemos llegado al nivel de que no nos importa cuánto hay que pagar sino obtener lo que estamos buscando”, alegó María Contreras, quien ha llegado a pagar hasta Bs. 1.000 por un paquete de pañales.
Presupuesto descuadrado
“Contar con varios sueldos mínimos no es garantía de desahogo financiero”, dijo Marcos Urbina, en cuyo hogar conformado por cuatro adultos y un niño, “los grandes ganamos poco más de sueldo mínimo, todos colaboramos y aún así las cuentas siguen sin dar para lo básico”.
–Hace un par de años teníamos como costumbre salir todos los fines de semana y los padres éramos quienes cubríamos todos los gastos para que los chamos ahorraran; ahora todos ponemos dinero y si acaso salimos una vez al mes y eso al cine; la ida a la playa quedó para las vacaciones y eso ida por vuelta, porque la habitación más barata está por el orden de los Bs. 2.000 y es para dos personas sin incluir comidas ni bebidas.
El entrevistado, residente de Alto Verde, señaló que en Venezuela la clase media murió. “Están los que tienen dinero, bien o malhabido, y los bolsas como uno que se parten el lomo y ganan para sobrevivir en este país donde hasta tomarse el tradicional negrito y comerse la reina pepiada se han vuelto un lujo que pocos pueden darse, bien sea porque resultan muy costosos o simplemente porque no se encuentran con facilidad”, añadió Urbina.
–El poder adquisitivo va en picada. Cada vez está más latente en la cabeza de mi familia la idea de irnos a vivir en otro país. Será duro y difícil, pero ya estamos al punto que nos sentimos asfixiados.
La gota que rebasa el vaso
Mientras algunos coquetean con la idea de irse del país, otros ya han tomado la decisión. “Una cosa es torear con la inflación y la escasez y otra es verse al borde de la muerte por la inseguridad”, confesó quien se identificó como “Tati”.
–El 31 de enero me aplicaron un secuestro exprés y desde entonces tomé la decisión de marcharme del país. Me indigna hacer cola por papel de baño, pero más me duele que estuve a punto de perder la vida porque llamé la atención a unos malandros que asumieron que porque tenía un buen teléfono que bastante me sudé, decidieron ruletearme para toparse con mis cuentas con menos de mil bolívares cada una. Prefiero extrañar a mi familia, que mi familia me extrañe a mí cuando me maten.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl