Si no estás en el Facebook no existes”, le dice Michelle a su amiga Mónica, quien teme incorporarse a esta red “porque no sé quienes pueden ver mis fotos, y eso me da miedo”, a lo que su insistente compañera replica: “tranquila, que tu seleccionas para que sólo tus amigos puedan verlas”.
Insatisfecha con la respuesta y a un mes de haber sostenido la conversación, Mónica aún no se decide a incorporarse a esta comunidad virtual, lo que no es injustificado, pues cada día se escuchan más casos, sobretodo a nivel internacional, en el que secuestradores se valen de estas llamadas “herramientas de socialización” para seleccionar a sus víctimas.
Y es que según expertos en materia de seguridad consultados en la policía del estado Miranda y la subdelegación local del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), el Facebook, Instagram y Twitter, entre otras páginas muy en boga en la actualidad, sirven como fuente de información directa a antisociales dedicados al negocio del plagio, pues no sólo ven el rostro de la persona, si no que a través de las fotos de la casa, los viajes y el entorno, pueden determinar el perfil económico de la persona.
Según uno de los entrevistadas, quien mantuvo en reserva su identidad por no estar autorizado por su superior para declarar, “lo que para nosotros es una simple foto; para los malhechores son datos de gran interés para seleccionar a sus víctimas, quienes voluntariamente colocan datos como la dirección de residencia, lugar de trabajo, números telefónicos de contacto, si se es casado o soltero y los intereses que se persiguen”.
-Estas páginas se han convertido en una minita de oro para los mala conducta, que ven la posibilidad de captar a sus víctimas vía Internet, a quienes en ocasiones, seducen por el llamado chat, asumiendo una identidad falsa, lo que es muy fácil. Además, valiéndose de los datos publicados, se hacen pasar por esa persona que algunos están buscando de pareja, amigo o novio (a).
Candidatos fáciles
Conscientes de toda esta problemática, los creadores de páginas como el Facebook, tienen políticas de seguridad de manera que sólo tiene acceso a las fotos aquellas personas que el usuario desee, los llamados “amigos”.
-Sin embargo, vemos personas que en su cuenta tienen más de 2 mil amigos; lo que es irrisorio y viene de una especie de competencia en la que es más popular el que más personas agregadas tenga a su página, donde exhiben álbumes del carro nuevo, la casa, el último viaje realizado, la familia y el círculo de amistades.
No conforme con aceptar a todo aquel que se postule como amigo, hay muchas personas que al subir fotos en vez de seleccionar la opción de “ver sólo amigos”, o colocarlo “privado”, lo dejan abierto a cualquier cibernauta, que con buenas o malas intenciones, puede conocer toda la vida de la persona en cuestión, e incluso leer mensajes personales que les son dejados por escrito.
-Lo que inició como una página chévere que te permite estar en contacto con tus seres queridos e intercambiar fotos recientes para estar al día, se ha convertido en un peligro latente, sobretodo en los adolescentes que suelen dejarse seducir por el discurso de extraños e incluso cuadran las llamadas citas a ciegas, sin sospechar que le pueden estar poniendo fecha a su secuestro, y en el peor de los casos, a su muerte.
¿Extremo, paranoia o verdad?
Según un reportaje publicado en un medio electrónico titulado “La Verdad sobre el Facebook”, sus creadores están vendiendo la información de sus usuarios al mejor postor.
Se cita textualmente: “Lo que muchos usuarios no saben es que de acuerdo a las condiciones del contrato que virtualmente asumen al hacer clic en el cuadro ‘acepto’, los usuarios le otorgan a Facebook la propiedad exclusiva y perpetua de toda la información e imágenes que publican”.
De hecho, resalta el experto, los afiliados automáticamente autorizan a Facebook el uso perpetuo y transferible, junto con los derechos de distribución o despliegue público de todo lo que cuelgan en su página web.
“Los términos de uso le reserva a Facebook el derecho a conceder y sub-licenciar todo ‘el contenido del usuario’ a otros negocios. Sin su consentimiento, a muchos usuarios les convirtieron sus fotografías en publicidad, transformando un comercio privado en endosos públicos. De repente todo lo que sus afiliados publicaron, incluyendo sus fotografías personales, su inclinación política, el estado de sus relaciones afectivas, intereses individuales y hasta la dirección de la casa, se envió sin su autorización expresa a millares de usuarios”.
Prosigue el artículo, “hay que creerle a Mr. Melber cuando asegura que muchos empleadores gringos al evaluar hojas de vida revisan Facebook para conocer intimidades de los solicitantes. La prueba que una página en Facebook no es para nada privada se evidenció en un sonado caso donde la Universidad John Brown expulsó a un estudiante cuando descubrió una foto que colgó en Facebook vestido de travesti. Otra evidencia sucedió cuando un agente del Servicio Secreto visitó en la Universidad de Oklahoma al estudiante de segundo año Saúl Martínez por un comentario que publicó en contra del presidente. Y para colmo de males, el asunto no termina si el usuario se decide retirar. Aun cuando los usuarios cancelan la membresía, sus fotos e información permanecen abordo, según Facebook, por si deciden reactivar su cuenta. Es más, el usuario no es retirado inclusive cuando fallece”.
De acuerdo a las ‘condiciones de uso,’ los dolientes no pueden obligar que Facebook descuelgue los datos e imágenes de sus deudos, ya que cuando el finado aceptó el contrato virtual le otorgó a Facebook el derecho de “mantenerlo activo bajo un status especial de conmemoración por un período de tiempo determinado por nosotros para permitir que otros usuarios puedan publicar y observar comentarios sobre el difunto”.
Verdadero o falso, lo cierto es que los usuarios de estas conocidas redes sociales virtuales deben ser selectivos y tomar las previsiones necesarias para no pasar a engrosar las listas de personas secuestradas, o incitar a que los antisociales visiten su casa.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl