Los empleados denuncian que se les trata “como a ganado” y es habitual ver al personal llorando por las duras condiciones de trabajo que se les impone
Suele estar entre las 10 empresas preferidas para trabajar en el mundo, pero después de las graves acusaciones que hay vertidas sobre sus condiciones laborales quizás más de uno se lo piense antes de intentar conseguir un empleo allí. Amazon, el gigante del comercio electrónico, está en el ojo del huracán tras un extenso documento publicado por el New York Times en el que antiguos empleados exponen las cuestionables maneras de tratar a sus trabajadores que tiene la compañía en sus almacenes de Estados Unidos o Inglaterra.
Los ejemplos son varios y sonados. Está por ejemplo el de la mujer que fue sometida a un programa de mejora de rendimiento –con la amenaza del despido en el horizonte- mientras que tenía cáncer de seno; una situación que también tuvo que afrontar otra empleada nada más dar a luz a un bebé que nació muerto. Es la punta del iceberg, pero escarbando un poco más salen otras historias que desde luego no dejan a Amazon en el mejor lugar posible.
Los empleados denuncian que se les trata “como a ganado” y es habitual ver al personal llorando por las duras condiciones de trabajo que se les impone. La vigilancia constante, así como el hecho de no poder conciliar vida personal y laboral porque incluso se les llama cuando estas personas están inmersas en sus vacaciones pintan un panorama que dista mucho de ser el idílico que se puede esperar en una de las empresas más potentes del mundo.
En un almacén en Pennsylvania se trabajaba a 32 grados, mientras que las ambulancias esperaban en el exterior del complejo por si alguien sufría algún tipo de problema de salud. Solo se puso el aire acondicionado cuando los medios empezaron a denunciar lo que estaba pasando.
En otro de Seattle el problema no estaba en la temperatura sino en las horas. Un ritmo endiablado de trabajo que requería 80 agotadoras horas semanales en una carrera contra los límites del cuerpo y el reloj por resistirlo. A la vez un desprecio absoluto por el trabajador y unos controles de rendimiento que rallaban el acoso. Incluso, otra empleada también llegó a confesar que había estado trabajando durante cuatro días seguidos sin parar.
Vía Yahoo