
“Hubo una época en la que vivir en la urbanización El Trigo era un lujo, por muchos años esta comunidad fue una de las más tranquilas de la ciudad pero la realidad actual es que el hampa ha tomado nuevos lugares, entre los que destaca esta zona”, denunció Álvaro Rodríguez, residente desde más de 30 años del referido sector.
La opinión de Rodríguez es común entre el reto de los habitantes de la comunidad, quienes diariamente conocen de un nuevo ataque de delincuentes, sea a la hora que sea.
“No te puedo decir que es en la noche cuando atacan los malandros, he estado trotando por la transversal de mi casa en la mañana y han robado a personas en la parada, se que en la noche también a atracado a vecinos, la cosa es que los delincuentes no tienen horario y se pasean por esta calle como si nada cuando mejor les place”, destacó el vecino.
-La idea es que al igual que los malandros, la policía también se pasee por esta zona, pero no los vemos al menos que suceda algo realmente relevante (…) en estos días mataron a un funcionario policial en residencias Lagunetica y el despliegue de patrulla y motos fue impresionante, ojala así se vieran todos los días y no cuando matan a alguien-, añadió.
Esperar el bus es la muerte
Sea a las 7:00 a.m. a las 12:00 m o a las 8:00 p.m, esperar el autobús en la parada se ha convertido en el terror para quienes residen en la urbanización El Trigo de la capital mirandina.
La mañana de este martes, una joven aguardaba por el transporte público, cuando fue interceptada por dos sujetos a bordo de una motocicleta blanca, quienes bajo amenaza de muerte, la obligaron a entregar sus pertenencias. La joven no tuvo otra opción que atender la orden de los delincuentes, quienes cargados huyeron sin incrementar la velocidad del su “caballito de hierro” y viendo a los lados.
Así como el caso de esta joven, han sido cientos las personas atracadas mientras esperan el bus; el modus operandi es el mismo siempre pero lo que si varía es el medio en el que se trasladas, algunas veces hasta comenten sus fechorías y huyen a pie como cualquier residente de la zona.
Yhanny Casares
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