La mezcla de culturas hace a Venezuela un territorio mágico. En nuestro país es factible pasearse por tradiciones internacionales que se expresan a través de las artes, la comida y el estilo de vida de un nutrido grupo de descendientes de inmigrantes extranjeros.
A tan solo hora y 45 minutos de la urbe tequeña se encuentra una población descendiente de alemanes, que durante décadas han mantenido intacta su herencia cultural. La Colonia Tovar hace honor al calificativo de “la Alemania del Caribe”, mostrando un pueblo de rasgos teutones entre las montañas aragüeñas.
En esta mochileada viajamos a la Colonia Tovar para encontrar en el OktoberFest la más pura esencia del sentir alemán que yace en los colonieros. El festival de Octubre, la fiesta alemana con mayor proyección internacional, es una celebración que data de 1810; volviéndose una representación tajante de las tradiciones germanas, con expresiones que incluyen la música, la danza, la gastronomía y las tradiciones.
MOCHILEANDO EN EL OKTOBERFEST
Llegamos a la Colonia Tovar bastante temprano, pues ya nos habían alertado que con el pasar de las horas el tráfico en el pueblo se hace Caótico durante las fiestas. En el Hotel Selva Negra ya todo estaba listo para nuestro registro de huéspedes y el clima lluvioso nos daba la más cordial bienvenida.
A las 11 am ya estamos bajo la carpa del Oktoberfest, ubicada en el Hotel Freiburg, donde la tarima, las pantallas, la luce y el sonido da cuenta de una producción de alta factura. Mesas y bancos de madera, traídos directamente de Alemania, complementan la atmosfera teutona del lugar. En los alrededores se encuentran las cervecerías, entre las que destaca el gran camión de madera que sirve del albergue a los tanques de cerveza artesanal Benitz.
El mecanismo es sencillo: se compran tiquetes valorados en 100 Bsf cada uno, y luego los mismos pueden ser canjeados por cerveza en las distintas barras ubicadas bajo la carpa. Entrada la tarde las jarras cerveceras comienzan a llenarse de las birras de Polar, Benitz y Coloniera, sumadas a la posibilidad de disfrutar de sangría de la marca Caroreña.
FIESTA A LO ALEMÁN
En tarima comienzan a pasearse los músicos que conforman el cartel de artistas del festival de este año: Eduardo Monrroy, quien lleva varios años animando el oktober de la Colonia; la banda Nasville, Edelweiss Express, entre otros.
Con el pasar de las horas comienza el despliegue de las agrupaciones de danzas tradicionales, quienes hacen gala de su ascendencia germana. Se presenta la «Tovarer Volkstanzgruppe “ grupo folclórico tradicional coloniero que tiene como finalidad promover el rescate se sus raíces teutonas, así como también, fomentan el desarrollo de una actividad sana que permita divertir y educar a jóvenes de la Colonia y visitantes. Los muchachos hacen gala de sus habilidades para el baile, además de una excelente condición física que le permite la ejecución de complicadas coreografía y juegos propios, como por ejemplo el troceado de troncos con serrucho en mano.
También vimos la presentación de «Las Krossilis»; un Grupo de Danzas Tradicionales de la Colonia Tovar fundadas en el año 2004, formada por personas de la tercera edad -amas de casa y agricultoras – las cuales se dedican a conservar los bailes, costumbres y tradiciones de la Colonia Tovar. Sus bailes son partes de las celebraciones más importantes del pueblo.
Con Eduardo Monrroy (@MonrroyAcordeon) en escena, comienza la acción para los visitantes. Es imposible mantenerse indiferente con la propuesta del artista, quien se esmera en que los asistentes se integren a través del canto y los bailes grupales. Junto a Monrroy los asistentes aprendimos el “Shunkel”, una curiosa danza que se ejecuta sentados, con los brazos entrecruzados con las personas que tienes a ambos lados, para luego seguir las instrucciones de la canción: Izquierda, derecha, adelante, atrás, arriba (levantarse) y abajo (se vuelven a sentar), para luego volver a empezar…
La solemnidad también llega al recinto junto a Monrroy, quien pide que se pongan todos de pie para que con cerveza arriba y la otra mano en el corazón, ejecuten el himno a la cerveza “Ein Prosit”. Un divertido momento en el que todos los asistentes entonan la canción al unísono, para cerrar chocando las jarras fuertemente gritando ¡Prost! O ¡Salud!
El éxito de Eduardo Monrroy – a quien también le conocen como el hombre orquesta- es que ha adaptado canciones infantiles en alemán y las ha traducido al español, haciendo una propuesta sencilla a la que el visitante se integra fácilmente. Tras varias cervezas no hay quien se resista a dramatizar una de estas canciones donde se hace la mímica del vuelo, el nado, cabalgar, actuar como vaqueros e indios, saltar, y hasta abrazarse con un desconocido; todo para ejecutar la melodía.
PARA SABOREAR
Mientras la vista y el oído se deleitan, con la puesta en escena de los grupos de baile y el cartel musical, el paladar hace de las suyas con suculentas preparaciones alemanas. Se disfruta de los embutidos – en especial la clásica salchicha alemana – del repollo agrio, y de la rodilla de cerdo.
Los postres tienen un stand aparte, en donde degustamos el Strudel, bien sea el clásico de manzana o el elaborado con moras y fresas de la Colonia. Imperdibles las galletas y suspiritos que son un emblema de la dulcería de la zona, y nadie deja de probar los gigantescos y azucarados pretzels; pieza de bollería horneada en forma de lazo que tuvo su origen en Alemania.
Cuenta regresiva
Tras la grata experiencia no nos queda más que arrancar la cuenta regresiva para el festival del 2016, donde volveremos a impregnarnos con el espíritu amable y alemán de los colonieros, y a embriagarnos con buenas cervezas.
Gabriel Balbás / Mochilero Gourmet