
‘‘Ya ni salir de nuestras casas podemos porque hasta nos cazan cuando vamos de salida para encerrarnos adentro y cargar con las cosas de valor’’, relató una habitante de El Vigía que ve cómo día a día se empobrece su calidad de vida gracias a los constantes ataques de vándalos contra ella y residentes de la localidad.
Es generalizada la voz de temor en cada una de las personas que habitan en la mencionada zona, ya que los choros le tienen la vida hecha cuadritos a través de repetitivos atracos que en ocasiones han dejado víctimas fatales.
Incluso, el retorno a casa luego de una larga faena de trabajo se torna sumamente tortuoso debido a que quien va en una camionetica o a pie está más pendiente de esconder las pertenencias en lugares recónditos para no ser despojado de los mismos.
‘‘Si vas en un autobús tienes que estar mosca con todo aquel que se monte porque hasta el más inocente te puede perjudicar’’, contó Ana Márquez, quien también especificó que ‘‘cada 5 minutos hay un atraco en la zona’’.
Los profesionales del transporte que laboran cubriendo la ruta que atraviesa el corazón de El Vigía incluso suspendieron el servicio semanas atrás por el incidente con un autobús secuestrado con pasajeros adentro. Este problema fue la gota que derramó el vaso, pues aseguraron en aquel paro transportista estar ‘‘hartos de la inseguridad’’.
De igual forma están quienes cuentan que no solo los autobuses de la ruta son el blanco preferido por el hampa que opera en la comunidad. ‘‘Aquí han robado desde casas hasta carros y motorizados; la gente de la comunidad vive en una paranoia extrema. No es justo tener que estar en zozobra todos los días que se debe salir a la calle o que se está tarde por la vía principal del sector, exigimos seguridad’’, indicó Bárbara Pluas.
Por su parte, Nancy Chapellín afirma que el problema viene desde afuera, ya que según sus declaraciones ‘‘los malandros llegan de otros lados a robar a los vecinos del sector’’.
Relata que así como se ven los robos a mano armada, ‘‘cuando menos te lo esperas pasa un motorizado o un malandro corriendo y te arrebata la cartera; salen cuando menos los esperas’’.
Unánimemente los residentes coinciden en que la solución primordial que necesita el lugar es la presencia inmediata de Polimiranda y Poliguaicaipuro para ‘‘darle un parao’’ a los amigos de lo ajeno que tantos estragos han estado haciendo.
Esquivar un hueco para caer en otro
La temática diaria de transportistas y vecinos con vehículos es el típico ‘‘esquivar un hueco para caer en otro’’. Desde que se internan en la comunidad hasta que salen deben manejar con precaución y a baja velocidad, de lo contrario el tren delantero termina pidiendo perdón tras la cantidad de golpes por la caída en los huecos.
‘‘Los vecinos de la comunidad somos quienes tapamos huecos o reparamos alguna falla; si es por la alcaldía o la gobernación esto estuviera peor’’, explicó uno de los moradores.
De igual manera, desde hace años se viene planteando un proyecto de ampliación de la vía por la cantidad de carros que por allí circulan; sin embargo, hasta el sol de hoy la respuesta obtenida ha sido negativa.
‘‘Es necesario que se amplíe la calle principal porque a veces se topan autobuses en sentido contrario y resulta imposible que ambos pasen a la vez, esto termina en un tira y encoge para ver quien retrocede, que le quita hasta 10 minutos a los conductores que van en la cola’’, explicaron.
Agua una vez a la cuaresma
Siguiendo el patrón generado por otras comunidades, el suministro de agua en El Vigía no es el deseado. Los vecinos afectados aseguran que ‘‘llega con poca regularidad y quien no tenga recipientes grandes para almacenarla, ni cepillarse los dientes puede’’.gf
Frederick Ortiz
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