
Aunque desde chiquita veía como su madre Hilda Margarita veneraba a José Gregorio Hernández, cuando Carmen Orta se vio en la gran encrucijada de su vida se aferró a la Virgen de Coromoto.
“Al dar a luz a mi hija hace 36 años presentó severas complicaciones pulmonares; aunque no estaba en terapia intensiva, permanecía bajo estricta observación médica. Pasaban los días y no querían entregármela para llevármela a casa. Había mucho hermetismo, los médicos no hablaban demasiado, lo que me aterró y descompuso emocionalmente”, recuerda la vecina de El Trigo, en la capital mirandina.
Ya desesperada por la situación, decidió rezar a la patrona de Venezuela. “Su imagen llegó de la nada a mi mente cuando me pregunté en quien me podía refugiar para superar este episodio; la vi mentalmente y desde entonces comencé a orarle con fe y muchísimo fervor y le prometí que si mi niña salía bien librada de ese episodio de salud que podía arrebatarle la vida de un minuto a otro, le pondría por segundo nombre Coromoto”, relató Carmen, quien previo a la experiencia estaba renuente a que su descendiente llevara dos nombres.
Sus plegarias pronto fueron escuchadas y días después Érika de Briceño salió sana y fuerte del hospital. “Al año, tal como lo prometí, la llevé hasta la imagen de la Virgen en la ciudad de Guanare, estado Portuguesa, para que viera lo sana y hermosa que estaba; esta acción la repetí en otras tres ocasiones para que mi hija entendiera desde pequeña que está aquí gracias a un milagro que hay que agradecer cada segundo”.
Doblemente afortunada

Para la feligresa es vital creer en un ser superior, por lo que cada vez que se siente agobiada por alguna situación cotidiana no duda en rezarle a la Virgen de Coromoto; “muchas veces para pedir y el doble de ocasiones para agradecer por la familia hermosa que tengo y que sigue creciendo”.
–Ya siendo una mujer, veía que mi hija quería ser madre pero no se le presentaba la oportunidad pese a los tratamientos médicos a los que se sometía. Cuando vi la frustración y tristeza que tenía dibujada en el rostro tras lo que parecían tres eternos años de búsqueda en vano con su esposo, decidí meter mi mano de la única manera que podía: rezándole a mi virgen y un nuevo milagro se hizo ante nuestra mirada y por partida doble porque mi pequeña Anna Lucía no ha cumplido el año y ya Érika está nuevamente embarazada (…) Ahora rezo porque venga sano y fuerte. Una como madre nunca para de rezar y eso es lo que quiero inculcar tanto en mis hijos como nietos, generación de relevo que al llevar ese mensaje de fe le dará un toque diferente a esta sociedad muchas veces incrédula y carente de valores religiosos.
Señales celestiales
Pero los favores no siempre han sido para otros en la vida de la creyente Carmen. “Precisamente justo antes de que llegara mi primera nieta a mi vida, decidí, por cosas de Dios y mi virgencita, hacerme un chequeo médico aunque no me tocaba ni sentía malestar alguno. Fue como una idea que se sembró en mi mente y no dejó de rondarme hasta que la concreté”.
–Aunque yo visitaba religiosamente al ginecólogo y en teoría no tenía nada, en un chequeo me descubrieron un tumor que extirparon tras practicarme una operación de emergencia. El doctor se sorprendió, quedó anonadado al ver mi caso primero por no haberlo diagnosticado antes pese a los frecuentes chequeos que me realizaba, y el tamaño del tumor; en segundo lugar, de no haberme provocado hacerme esa exploración inusual, hubiera tenido máximo un año de vida porque era bastante grande”, relató.
–Esos son los milagros que día a día refuerzan mi fe y hacen que asista religiosamente a misa y desde el mismo puesto en la iglesia no solo pida sino agradezca la vida de mi hija, mi nieta y la mía. Cuando rezo me siento reconfortada porque sé que con su manto nos cubre a todos y escucha nuestras plegarias. Jamás he dudado porque nunca me ha fallado, en todo caso he sido yo la que en ocasiones ha tomado caminos o decisiones erradas. Feliz me siento de que esta réplica venga a los Altos Mirandinos, por lo que asistiré a la procesión en compañía de toda mi familia; es una oportunidad única e irrepetible que no desaprovecharé.gf
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl