
Escasez e inflación siguen encabezando angustias de los venezolanos
Las “tres papas” diarias se han convertido en el gran dilema de las amas de casa, que ya no saben qué ingredientes sustituir para que sus platos no luzcan tan escuálidos
“Desayunar como reina, almorzar como princesa y cenar como plebeya” era el lema de Yosimar hace tres años, cuando se regía por una estricta dieta para recuperar la figura perdida tras su primer embarazo. Ahora vuelve a aplicar la fórmula, pero no por vanidad sino por necesidad.
Ella forma parte del 29,1 % de los venezolanos que no hace las tres comidas al día, según se desprende de la encuesta de Venebarómetro realizada entre el 21 y 31 de enero. La razón no es estética: esconde profundas problemáticas económicas.
La primera que se devela es la escasez de productos. “Si me pongo a hacer colas no trabajo, y si no trabajo no produzco y si no produzco no mantengo a mi familia. Ante este panorama me toca llevarme solo lo que encuentro en los supermercados. No soy de las que caigo en manos de los bachaqueros porque con mi ingreso mensual que ronda los 32 mil bolívares, no me alcanzaría para cubrir el resto de los gastos”.
La segunda gran problemática que se esconde en el relato es la inflación. “El pote de alfalfa que hasta hace un año costaba 40 bolívares ya marca Bs. 1.540. Ya uno ni siquiera puede refugiarse en las verduras, hortalizas y frutas porque los tentáculos de la hiperinflación no las han perdonado y para llevarse un kilo de cebolla hay que pagar Bs. 1.000, el de tomate está por Bs. 600 y el de parchita ronda los mil. Es caótico lo que estamos viviendo”.
–Las meriendas que solía realizar a media mañana y media tarde para mantener mi metabolismo activo quedaron en el pasado, así como los gusticos que le daba a mi niña. Un paquete de Club Social rebasa los Bs. 600 y las Oreo Fudge que le fascinan a mi chama la puedes ver entre 800 y 1.000 bolívares, es una locura. Los hábitos alimenticios han cambiado; mi nena sigue haciendo todas sus comidas, pero yo estoy omitiendo la cena para intentar ahorrar el dinero y estirar el mercado lo más posible.
Ingreso
“comido”
La realidad no es desconocida para el Gobierno, que ante la agudización de la crisis que se ve reflejada en las ya comunes colas de las afueras de los supermercados hizo un nuevo ajuste en el salario mínimo, y llevó, por vez primera, el bono de alimentación por encima del sueldo mensual, formando un “paquete” integral que rebasa los 20 mil bolívares.
“Creen que hicieron una gracia, pero para cuando cobremos los cestatickets en Bs. 13 mil en marzo, con eso mal podremos pagar un par de almuerzos en la feria de algún centro comercial”, apuntó Camila Carvajal, quien es de las que piensa que el primer paso a dar es controlar la inflación y congelar los aumentos.
No hay que ser economista para saber que cada vez que anuncian aumento de sueldo se desata una ola de incrementos en todos los sectores. Ya brincó el sector de estacionamientos y anunció que la hora la cobrarán a partir de marzo en Bs. 130 la hora; a eso se le suma el aumento de la gasolina, haciendo que trabajemos para comer y mantener los carros.
La asistente administrativa, vecina de San Camilo, aseguró además que la calidad de vida del venezolano se está yendo a pique. “Los problemas con el suministro del agua son cada vez más frecuentes, anuncian que los apagones arreciarán, la inseguridad nos está matando, la comida regulada no alcanza para tanta gente y de ñapa este Gobierno no rectifica. Lo que viene es una catástrofe de dimensiones extraordinarias. Tendrán que pasar muchas generaciones de relevo antes de que el país pueda seguir adelante”, apuntó la entrevistada.
Medidas
desesperadas
Los comedores universitarios se han convertido en el alivio de muchos estudiantes que pasan el día entero en sus recintos solo para ahorrarse el gasto en comida. Tal es el caso de Julián Jiménez, egresado del antiguo Colegio Universitario de Los Teques Cecilio Acosta (Cultca), quien relató como siendo estudiante del turno matutino, permanecía en la universidad hasta las 6:00 p.m. para utilizar el servicio.
-Como yo habían muchísimos compañeros que pasaban el día entero allí no por pichirres, sino porque no tenían comida en sus hogares. Si un día no funcionaba el comedor, ese día era fulminante para ellos, porque tenían, como revela un 5% de la población, que solo tenían para hacer una comida diaria. Tan desgarrador como cierto.
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl