La “diplomacia del béisbol”, por Mari Montes

Se cuentan por centenares los jugadores cubanos que han decidido dejar su país para buscar el sueño de todos lo que juegan béisbol: las Grandes Ligas. Unos han abandonado la selección en diversos países y otros han embarcado en una precaria balsa en busca de una vida mejor.

Conocemos las historias de los que han logrado jugar en el mejor béisbol del mundo, otros no han podido concretarlo, siempre son más los que se quedan que los que alcanzan la Meca. Arriesgan sus vidas, dejan sus familias y emprenden el viaje con la esperanza de cambio para ellos  y los suyos, haciendo lo que saben hacer: fildear, lanzar, batear, robar bases.

Fueron tristes los años en los que Luis Tiant o Tany Pérez brillaron en las Grandes Ligas y sus actuaciones eran desconocidas por sus compatriotas.

El pitcher derecho René Arocha inició la diáspora beisbolera en 1991, cuando dejó a  la selección nacional cubana, en una escala que hizo el equipo en el aeropuerto de Miami.

En  1993, el campo corto Rey Ordóñez abandonó la selección que enfrentó a la Universidad de Buffalo, Nueva York. Fue firmado por los Mets, equipo en el que brilló a la defensa, ganando el Guante de Oro.

Otros como Alexis Sánchez, el jardinero que estuvo preso 16 meses en Guantánamo, se ganó la visa estadounidense en una lotería. En 1995, se fugaron también Osvaldo Fernández, durante un intercambio contra Estados Unidos en Tennessee y Liván Hernández el lanzador estrella que se quedó en México luego de  una gira de la selección nacional.

Vladimir Núñez y Larry Rodríguez, escaparon poco después de visitar Venezuela. Lo mismo que Ariel Prieto. En 1996 se sumó a la lista de los “desertores” Rolando Arrojo quien huyó unos días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Atlanta.

No todos llegaron a la élite, pero se fueron y pactaron con organizaciones de las Mayores, como Jesús Ametller, Néstor Pérez, Yalian Serrano, Osmany Fernández, Osmany Santana y Francisco Santiesteban.

La gran estrella Orlando “El Duque” Hernández, hermano mayor de Liván, quien acordó con los Yankees de Nueva York, ha sido uno de los más emblemáticos, exitosos y destacados.

Sumemos en la lista a José Ariel Contreras, Yuniesky Betancourt, Kendry Morales, el espectacular lanzador de Los Marlins José Fernandez, quien dejó la isla en balsa, después de tres intentos, Adeiny Exhevarría, Dayán Viciedo y los hermanos Lourdes y Yulieski Gourriel, los más recientes, y que provocaron declaraciones airadas de parte del dictador Raúl Castro.

Muchos han sido víctimas de mercaderes mafiosos que les hacen promesas a cambio de dinero y los dejan embarcados y lejos del sueño, por eso hay que celebrar la propuesta de las Grandes Ligas, que busca un camino seguro para los talentos de la pelota cubana.

Tomará su tiempo, como lo explicó el comisionado Rob Manfred en La Habana: “Las conversaciones están en marcha. Es una cuestión complicada porque implica políticas mucho más grandes que el béisbol y hay muchas partes involucradas, incluidos los dos gobiernos”.

Por su parte, el presidente de la Federación de Béisbol de Cuba, Higinio Vélez, aseguró que “Cuba está lista y dispuesta a que sus jugadores lleguen a las Grandes Ligas, pero recordó que las limitaciones “no las ponemos nosotros, las pone el embargo”.

La idea es un diseño que permita a los jugadores acordar con los equipos, adquirir una visa y no tener que dejar su país definitivamente, como ha sucedido hasta ahora.

De nuevo el béisbol fue un espacio para la tolerancia y el encuentro, para iniciar cambios, como lo hizo dentro de Estados Unidos Jackie Robinson, quien derribó la barrera de la discriminación con excelencia, resistencia y paciencia, demostrando que no solo era posible la convivencia, sino ser ídolo de todos, sin importar el color de la piel.

Los Rays ganaron 4-1 y al final dejaron sus camisas, guantes, guantines y pelotas a sus colegas antillanos.

Fue un juego inolvidable, más allá de los asuntos políticos, de la imagen de Obama y Raúl Castro haciendo “la ola”. El deporte siempre acerca. En los setentas ocurrió con China y la recordada “diplomacia del ping pong”.

Los medios estadounidenses han calificado como la “Diplomacia del Béisbol” esta posibilidad.

Es esperanzador imaginar que nunca más, prospectos o estrellas deban subir a una balsa o convertirse en “desertores”, palabra tan inapropiada para quienes buscan libertad.

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