
. “Al principio vendían 8 paquetes por persona, luego bajaron a 6, le siguieron 4 y ya vamos por dos harina de maíz precocida por persona, lo que evidencia que lejos de mejorar, la situación está empeorando rápida y notoriamente”.
La reflexión la hizo Samanta Quiñónez, quien trabaja en un puesto de ventas de empanadas en el mercadito a cielo abierto que es instalado cada domingo en la avenida Arvelo de la capital mirandina, donde tan solo en una tanda gastan dos pacas de harina.
–Si es difícil para una ama de casa, qué quedará para quienes vivimos de la venta de productos elaborados a base de harina. Muchas personas han cambiado de rubro: una compañera que vendía bollitos y tamales se fue a Colombia en busca de oportunidades después de pasar un año guerreando para comprar los insumos y poder trabajar; hasta las hojas para envolver los bollos escaseaban; esto no es vida.
Aparte de las colas que deben protagonizar e incluso las “vacunas” que cancelan por la mercancía que le ofrecen con un sobreprecio que supera el 100 %, deben lidiar también con la inflación que se refleja en el costo final del producto.
–Cada vez menos personas quieren comer en la calle para gastar menos y es perfectamente comprensible: ya una empanada está en Bs. 250 y el jugo en Bs. 150, tan solo en desayuno se te van 400 bolívares por persona. Otros clientes que estaban acostumbrado a pedir de hasta tres unidades, ahora tímidamente se comen una y se llevan un pote con agua. El negocio está duro por donde quiera que se le mire.

Amplia lista
La harina está lejos de ser el único producto cuya distribución se ha tornado más irregular en los supermercados. “Lo poco que nos llega no es lo regulado”, confesó un comerciante de la capital mirandina, cuyo estante ofrece el producto mezclado con arroz que marca Bs. 220.
–Allí tu vez el accionar de los bachaqueros. Cuando vieron que llegó el camión se formó la cola, pero cuando observaron el precio se desvanecieron como por arte de magia: compraron quienes sí necesitaban el producto.
Otros productos que se ven con menos frecuencia en los estantes de los supermercados altomirandinos son la mayonesa, salsa de tomate, pasta, margarina, mantequilla, leche en polvo y arroz.
“Literalmente no hay nada que comprar en el mercado. Uno desea llenar la despensa pero no hay con qué. Hasta la producción de hortalizas, vegetales y frutas está afectada y se nota en las neveras. Ni hablar del pollo y la carne regulada”, se quejó Maritza Verde, compradora que reside en el municipio Carrizal.
–Yo soy de las que he hecho amistades en los mercados para saber cuándo harán despachos y ahora nadie sabe nada; todos quedan sorprendidos cuando llegan los alimentos tanto por la cantidad insuficiente que despachan, como por el precio; los más baratos se los están llevando a las bodegas de Pdval y Mercal, pero con eso lo que hacen es mudar las colas de un lugar a otro; no es una solución.
Limpieza
comprometida
“Antes las venezolanas éramos las más coquetas, pero ya hasta ese título vamos a perder porque en lo que va de año no he encontrado jabón de baño; me ha tocado utilizar panela que tampoco está fácil de hallar”, confesó Marina González, residente de El Trabuco.
–Antes era un producto que se perdía por unos meses y cuando volvía al mercado era a precio nuevo, pero ahora se desvanece y no vuelve más. Por recomendación médica usaba un jabón íntimo pero no lo encuentro desde hace 8 meses; el desodorante es otro gran ausente, así como las máquinas de afeitar. Desde la comida, pasando por artículos de higiene hasta los de limpieza del hogar se han convertido en los grandes esquivos de las manos de los criollos.
Ante esta situación, comerciantes consultados señalaron que a estas alturas ellos están igual de desinformados como el resto de la población de cuándo llegará la mercancía. “Todo es una lotería, lastimosamente son al azar los despachos; hasta el año pasado sabíamos que los miércoles recibiríamos mercancía, ahora lo desconocemos, llevando a las personas a formarse todos los días a toda hora con la esperanza de que sea el día de su suerte y repentinamente llegue algo de su interés”, dijo Jefferson Jiménez, trabajador de un supermercado carrizaleño.
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl