Mariela González es venezolana y forma parte de las personas que cada día madrugan no para trabajar, sino para apostarse en las afueras de cuanto local conoce en la capital mirandina con la esperanza de poder llevarse al menos un producto alimenticio a precio regulado a su casa.
“Casi me da un ACV de la rabia que agarré cuando leí la noticia de cierto personero chavista que ni siquiera quiero nombrar que dijo que las colas las hacen los extranjeros. Los venezolanos estamos desesperados por comprar comida porque vemos cómo cada día más empresas cierran porque no tienen materia prima y nosotros nos preguntamos qué vamos a comer”, reflexionó la vecina de El Cristo, en La Macarena, donde las bodegas también exhiben sendas colas de compradores.
–Todo el mundo está atento y cuando ven que un camión va a despachar, sea lo que sea, comienzan a formarse. Lastimosamente en las bodegas de las zonas populosas, aunque las están surtiendo, no respetan los precios de los artículos, pero uno por la desesperación y ante la imposibilidad de hacer colas de hasta nueve horas por un par de paquetes de harina de maíz, termina accediendo a lo que piden.
La desesperación de los compradores se repite en comunidades como El Trigo y El Barbecho, donde las colas de clientes arrecian en las afueras de los pequeños negocios que allí funcionan.
–Ya no son solo las cadenas privadas de supermercados, ahora están en la mira los locales asiáticos y bodegas de las zonas populosas, lo que refleja lo crítico que está el desabastecimiento en el país y sin esperanza de que mejore, al menos no en corto plazo.gf