“Dame un puñito de cilantro y otro de perejil”, le pide una ama de casa a un vendedor del mercadito a cielo abierto de la avenida Francisco de Miranda, donde cada día van más personas pero con menos capacidad de compra.
“Pese a que la inflación nos golpea a todos por igual, en nuestros puestos la mercancía siempre es más económica con respecto a las cadenas privadas de supermercados, pero la realidad es que antes los clientes se llevaban un kilo de cada legumbre y hortaliza y ahora apenas se llevan lo suficiente para darle gusto a la comida”, dijo Noris López, vicepresidenta de la venta informal que cada domingo es instalada en la ciudad capital.
–Nuestra ventaja es que hay diferentes precios y las personas se inclinan por la mejor opción para ellos. El tomate amaneció entre 800 y mil bolívares; tenemos tres piñas por Bs. 500 y conforme se acerca la hora de cierre comienzan a rematar y armar combitos solidarios que son aprovechados por quienes llegan después de mediodía.
Pastora Hernández es una de las visitantes asiduas de los tarantines y señaló que “ya nadie se atreve a pedir por kilo, la nueva medida oficial es un puñito; yo soy de las que me llevo una cebolla grande, un pimentón y dos tomates y eso lo rindo por al menos una semana. Estamos en crisis y hay que arroparse hasta donde llega la cobija”, reseñó la residente de la avenida La Hoyada.
–Recuerdo que antes hasta se dañaba la comida en la nevera o la regalaba, pero ahora no boto ni las conchas de las frutas, con eso hago infusiones.gf
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl
