Policías matan, torturan y quedan impunes en Río, afirma Human Rights Watch

La policía del estado de Río de Janeiro mató a más de 8.000 personas en la década pasada, en gran parte en ejecuciones extrajudiciales aún impunes y que tornan casi imposible la difícil tarea de ser un policía honesto.

Un largo informe de la ONG Human Rights Watch divulgado este jueves denuncia decenas de ejecuciones de parte de quienes deben proteger a la población y la impunidad de estos crímenes a menos de un mes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio, el 5 de agosto.

Solo el año pasado, la policía del estado de Rio mató a 645 personas. HRW logró identificar 64 casos en los últimos ocho años en los que agentes intentaron encubrir matanzas ilegales y murieron 116 personas, incluidos al menos 24 niños.

«Matar a criminales era requerido por mis superiores como forma de mostrar un buen desempeño», dijo a HRW uno de los más de 30 policías entrevistados para el informe, que no dan su nombre por temor a mortales represalias de sus colegas.

El agente contó que participó en operaciones para matar a narcotraficantes con la meta de disminuir la criminalidad, y que algunos de sus colegas también secuestran narcos, obtienen botines y luego los matan.

Para esconder los crímenes, los policías a veces colocan armas o droga cerca o en manos de las personas que han matado. Y en ocasiones amenazan a testigos para que no cuenten la verdad.

En 2011, por ejemplo, torturaron y mataron al hijo de 14 años de una testigo de una ejecución en la favela de Salgueiro para intimidarla, dijeron fiscales a HRW.

Por cada policía que murió en servicio en 2015, la policía mató a 24 civiles, una tasa que más que duplica la de Sudáfrica y más que triplica la de Estados Unidos.

«El buen policía tiene miedo»
Los abusos cometidos por algunos policías colocan a toda la fuerza en peligro y tornan todavía más peligroso su trabajo en favelas aún dominadas por el narcotráfico, advirtió HRW.

La llegada de las Unidades de Pacificación Policial (UPP) a las favelas de Rio -que comenzó en 2008, tuvo éxito en su inicio y ahora se tambalea- ha sufrido entre otras cosas por la intensa desconfianza de la población en sus agentes.

«La esencia del proyecto de las UPP es la confianza entre la policía y la comunidad. Y si hay policías matando a miembros de la comunidad, ¿cómo vamos a tener una policía comunitaria? ¡Es imposible!», dijo César Muñoz, investigador de HRW a cargo del informe.

AFP

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