
En junio del año 2015 para cubrir la cesta de alimentos había que disponer de 32 mil 23 bolívares. Para el mismo mes de 2016 hay que contar con 277 mil 432,88 bolívares, según se desprende del más reciente informe del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas – FVM).
El estudio matemático remata diciendo que una familia venezolana promedio debe contar con unos 18 salarios mínimos, pero la realidad es que con suerte en un núcleo de 5 personas apenas dos son las que trabajan. “Yo soy docente y mi sueldo ni siquiera es el mínimo ni me han ajustado los cestaticktes; el monto va por Bs. 18 mil y nosotros en Miranda seguimos cobrando 6 mil, esto es una burla total”, opinó Marcela Carrasco, docente de los Altos Mirandinos.
–Con lo que cobro me alcanza para cubrir un kilo de carne y un puñito de queso y yo tengo tres chamos que alimentar junto a mi esposo que es obrero y saca de vez en cuando un poco más del mínimo cuando mata tigritos por su cuenta durante los fines de semana. Yo tengo que dar tareas dirigidas para redondear mis quincenas, pero con el bajo poder adquisitivo de la gente pocos son los representantes que están dispuestos a mantener a los chamos en actividades extracurriculares durante las vacaciones; de hecho, prefieren que se vayan a hacer filas en las afueras de los locales para ver si cuentan con suerte de comprar más de un producto regulado.
El relato se repite en otros hogares altomirandinos, donde han tenido que hacer ajuste tras ajuste en la dieta y la frecuencia de la comida para rendir lo más posible el presupuesto y lidiar con las colas cada día más largas que se forman en las afueras de los comercios de Guaicaipuro, Carrizal y Los Salias.
“Con suerte una vez al mes puedo tomar mi día libre de mi trabajo que cuadre con mi número de cédula para ir a comprar y aunque me formo no siempre corro con la suerte de comprar algo; más de una vez después de 6 horas de pie me dicen que se acabó la mercancía y me toca volver a casa frustrada, cansada y sin nada para llenar la despensa”, confesó Gloria Alcalá, quien procura seguir haciendo las tres comidas diarias.
–Con lo cara que está la charcutería tengo más de un año suprimiéndola; sigo incluyendo los huevos pero para rendir el revoltillo estiro con vegetales como brócoli que además dan la sensación de llenura; comemos carne un par de veces al mes, ya no sabemos que es atún enlatado y procuramos cenar algún caldito con los huesos para sopa que encuentro más baratos en el Mercado Municipal de El Paso.
Persiste
escasez
A los precios de espanto con los que se topan los compradores, hay que sumar el desabastecimiento de productos alimenticios como harina de trigo y de maíz, pan, arroz, pasta, leche, queso duro y un largo etcétera.
“El huevo reapareció, pero pasó de estar regulado a Bs. 420 a más de 3 mil el cartón y eso en mi casa dura, rendido, una semana. Las meriendas son cosa del pasado porque el paquete de Oreo Fudge que tanto le gusta a mi chamo ya va por Bs. 2.875 y el paquetico casi en Bs. 500”, reveló Margaret Ortiz, habitante de Llano Alto.
–Mi niño de 5 años estaba acostumbrado a tomarse una taza de Toddy caliente antes de irse a dormir y ahora sufre porque le hace falta su bebida, pero lamentablemente no se encuentra la leche ni en polvo ni líquida. He ido tratando de habituarlo a la situación país, pero después de 4 años aferrado a esta costumbre es evidente que le cuesta; si yo estando adulta sufro al no poder tomar mi negrito tres veces al día, imagino cómo se sentirá él que poco o nada sabe de la situación país que estamos atravesando.
Fuera de
radar
Las frutas forman parte de los ausentes de las mesas venezolanas. “Antes en la casa nunca faltaba un racimo de cambur, la fruta de temporada y un buen aguacate, pero ya el kilo del último está en Bs. 1.500 y eso se va en una sentada”, dijo Dolores Castro, habitante de El Vigía.
–Cuando pega el hambre a eso de las 4:00 p.m. toca tomar agua para aguantar hasta la cena. Con suerte podemos comer todavía arepa asada sin mantequilla con un huevito apenas pasado por aceite y se pasa con más agua porque no hay azúcar para endulzar los jugos ni el café que tan caro se puso.gf
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl