
Entre la espada y la pared dicen estar los comerciantes de la subregión, donde las ventas van en pique. “Nada ha sido igual desde las fiscalizaciones; entonces nos obligaron a rematar la mercancía a un precio incluso por debajo del costo y más nunca la reposición fue igual”, dijo Julio Cásares, extrabajador de una tienda que meses después de la “arremetida” bajó las santamarías de forma definitiva.
A casi tres años de la jornada encabezada por el Gobierno nacional a través del entonces Indepabis, los dueños de comercios de distintos ramos, desde electrodomésticos, pasando por calzado hasta ropa, no han hecho más que registrar pérdidas, asegurando que no saben hasta cuándo podrán mantener las puertas abiertas.
“Este año ha sido crítico y lo que viene es dramático, de seguir este panorama no hay quien aguante después de diciembre”, atajó Luis Rodríguez, trabajador de un local de comida de la feria del centro comercial La Cascada.
–Veo las tiendas de ropa peladas tanto de mercancía como de compradores y lo poco que llega es a precios que pocas personas pueden pagar, más en un momento cuando todos están pendientes de destinar el sueldo íntegro en la compra de alimentos (…) La feria que era la zona del mall que tenía más movimiento luce pelada porque la gente ya no puede ni siquiera darse el lujo de comer en la calle porque implica destinar, para una sola persona, un cuarto del sueldo mínimo; esto es una locura.
A la baja en el poder adquisitivo de los clientes, se suman los obstáculos de los trabajadores para acceder a los ingredientes para elaborar los menús. “La gente se queja todavía más porque todo cada semana es más caro y cada vez incluye menos elementos o tienen que ser sustituidos. Pasa con la pizza, la pasta y hasta el helado, hay días que no hay chocolate, por citar un caso específico”, acotó el entrevistado, quien señaló que el centro comercial ubicado en Corralito, municipio Carrizal “medio cobra vida durante los fines de semana”.
Sin embargo, las fiscalizaciones solo fueron la punta del iceberg. “Este año lidiamos con el tema de un nuevo racionamiento de energía eléctrica que nos llevó a laborar durante varios meses en un horario reducido; yo creo que la gente se habituó porque mermó en al menos 40 % las visitas y lo que hacen son diligencias bancarias y acudir al supermercado; pareciera que el resto de los comercios no existiera”, apuntó Wilmar Marcano, comerciante de La Cascada, donde está prevista para el miércoles 10 de agosto una protesta pacífica encabezada por trabajadores para exponer la crítica situación que está afrontando el sector comercial.
–Muchas tiendas han cerrado y otras tantas están a punto de quebrar. Si no cambia el modelo económico del país y comenzamos a producir, liquidan las divisas, levantan el control cambiaron, se cancelan las deudas y reactivan las importaciones, el futuro es uno solo: todos a cerrar porque no habrá nada que ofrecer.
No son
prioridad
Quienes conforman el sector comercial de los Altos Mirandinos consideran que están en un segundo plano. “Todo lo que se habla es de comida y medicamentos, obviamente son la prioridad, pero si descuidamos este sector tan importante y que genera tantos empleos tanto directos como indirectos, estamos contribuyendo con la destrucción del aparato productivo criollo”, analizó René González, encargado de una tienda de ropa deportiva en el centro comercial La Casona I.
–La situación caótica se repite en mayor o menor proporción en cada centro comercial del país; nadie parece escapar. Lo crítico es que con la inestabilidad que estamos atravesando ya pocos son los que quieren emprender y más son los que quieren irse del país en busca de nuevas oportunidades de inversión. Yo seguiré apostando hasta que el agua nos llegue al cuello porque aún creo que esta situación se puede revertir con gerencia y estrategia.
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl