La travesía olímpica en Río de Janeiro de los hermanos Rubén y Francisco Limardo zozobró hoy con sendas estocadas de rivales inesperados.
Seis días después de haber cumplido 31 años, Rubén, el campeón olímpico en Londres 2012, recibió hoy el peor anuncio como regalo: no podrá aspirar a reeditar el título en espada.
Fue emboscado en dieciseisavos de final individual por su primer adversario, el egipcio Ayman Fayez, número 17 del mundo, que le venció por 15 tocados a 5.
Al estar exento de la primera ronda, Rubén Limardo debutó directamente en el tablón de 32 ante Fayez, un viejo conocido que sorprendió al venezolano desde el comienzo hasta el tercer asalto con una descomunal presión.
«¡Discúlpame, Venezuela!», dijo con amargura el mayor de la dinastía Limardo Gascón.
«Les di un triunfo hace cuatro años, pero hoy no fue así. Así es el deporte, unas veces se gana y otras se pierde», añadió.
Fayez, un adversario al que hace cuatro años Rubén dejó en el camino en pos del oro en Londres, hoy no le dio margen.
«Es un rival muy duro y que se había preparado muy bien», dijo el de Ciudad Bolívar, que llegó a la ‘Cidade Maravilhosa’ con el sueño de igualar la hazaña del cubano Ramón Fonst, el mismo que ganó con su espada el oro dos veces seguidas en los juegos de 1900 y 1904.
«Al principio me sentí muy bien, pero esto son los Juegos Olímpicos y fallé por la presión», declaró Limardo.
Su eliminación prematura cayó como un mazazo en Venezuela, que había depositado en él un cuantioso crédito para sumar otra medalla.
Limardo dio hace cuatro años a Venezuela su segunda medalla de oro olímpica. La primera la ganó en México’68 el boxeador Francisco ‘Morochito’ Rodríguez.
A pesar de la terrible decepción el campeón de Londres se marchó con la marca de haber competido en tres ediciones consecutivas de los Juegos Olímpicos, la misma del floretista Carlos Rodríguez, quien compitió en Atlanta’96, Sydney 2000 y Atenas 2004.
Tras su oro en Londres, Limardo se colgó una medalla plateada en el Mundial de 2013 en Budapest. En 2015 fue séptimo en el Mundial de Moscú y oro en los Juegos Panamericanos de Toronto.
Pero las malas noticias en la jornada olímpica para Venezuela aumentaron poco después al conocerse que Francisco Limardo, dos años menor que Rubén, había sido eliminado en octavos de final por el estonio Nikolai Novosjolov, quien se impuso por 15-12.
Francisco, que ya había estado en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y se encuentra entre los veinte mejores de la clasificación mundial, hoy había superó al brasileño Nicolas Ferreira y luego al francés Daniel Jerent.
Al brasileño Ferreira lo doblegó por 15-9 en el tercer período tras igualar 2-2 el primero y ganar el segundo por 8-5.
Al galo Jérent lo sentenció con parciales de 7-6, 12-10 y 15-14.
Así acabó la travesía de dos hermanos que cumplían en territorio brasileño el nuevo sueño de competir juntos en unos Olímpicos.
Ambos lo hicieron hace ocho años en Pekín y ahora llegaban con la fama de ser parte, junto con Silvio Fernández, del mejor equipo de espada de América.
Estos ‘tres mosqueteros’ venezolanos obtuvieron un diploma olímpico en Pekín 2008. En esa ocasión Francisco Limardo, quien había viajado como reserva, tuvo su debut olímpico en la prueba por equipos junto a su hermano Rubén y a Fernández, tras la lesión del titular Wolfang Mejías.
El sueño de Fernández acabó en la etapa de 64 por culpa del surcoreano Jung Jinsun por 9-3 y 15-8.
A Venezuela y a los Limardo les queda la espada de Jesús, el menor de la dinastía, quien ya acumula una medalla de bronce en el Mundial cadete de 2013 y más recientemente, al igual que sus hermanos, el oro en el panamericano celebrado en febrero en Cancún.
A Jesús, quien es conocido como ‘el Bebé’, le correspondió hoy ser espectador de la participación de sus hermanos mientras vive su último año como juvenil y sueña con la cita olímpica de Tokio 2020.
Quien sabe, al lado de Rubén y Francisco.
Los hermanos son preparados por el tío materno Ruperto Gascón, quien se formó como entrenador en la antigua Unión Soviética pero dice tratarlos sin favoritismos ni concesiones, aunque los siente como sus hijos. EFE