
7 mil 526. Ese fue el monto que cobró Carmelo Gutiérrez, administrador, quien pudo comprar tres paquetes de galletas, dos cajas de cereal y un par de detergentes líquidos. En solo una compra en el supermercado, el profesional vio desvanecerse el cobro por el trabajo equivalente a 15 días.
“Hasta hace 3 años pude vivir solo, pero a mediados del año pasado tuve que comenzar a barajar la idea de volver a vivir con mi mamá, lo que se concretó a finales del año pasado porque no podía con el alquiler y el resto de los compromisos mensuales”, confesó el residente de La Matica, quien mata tigritos haciendo trabajos de grado y alquilando equipos de video beam en universidades de la zona.
–Mi trabajo formal me da para cubrir el pasaje mensual, mientras que con lo otro ayudo a mi mamá a cubrir los gastos básicos y con mis cestatickets y su pensión hacemos mercado; nada de enlatados, carne ni pollo, en cambio sí muchos vegetales. El único lujo que nos damos es el huevo y pronto tendremos que dejar de incluirlo en las compras porque ya el cartón rebasa los 4 mil bolívares, monto que descuadra el presupuesto de quien como yo vive de un sueldo mínimo.
La historia de este joven de 25 años se repite en otros hogares de los Altos Mirandinos, donde la capacidad de compra se ha ido al subsuelo debido a la alta tasa inflacionaria.
“Maduro hizo el anuncio del sueldo mínimo el viernes en la tarde. El sábado fui a comer a la feria del centro comercial La Cascada con un par de amigas y el plato de comida más barato salía en 1.999 bolívares, que fue el que compré. El domingo fui con mi esposo, y cuando me asomé al local de comida vi que el mismo plato ya costaba 2.475. Ese ejemplo se repite exactamente en cada rubro, por lo que el aumento lo que va a traer es más inflación y más hambre”, opinó María Requena, residente de San Antonio de Los Altos.
–Para esta fecha ya mis chamos estaban en casa de mis padres en Apure, pero este año me fue imposible enviarlos porque tendría que hacerlo con un mercado debajo del brazo cada uno porque allá no tienen acceso a prácticamente nada a menos que sea bachaqueado (…) Es impresionante que hasta las visitas a casa de los familiares durante el receso escolar más largo del año hayan mermado debido a que es una molestia porque implica que el invitado utilice agua que está racionada aún en muchos sectores del país; pasta dental, jabón, champú y desodorante, productos que están desparecidos en acción.

Compras
a medias
El panorama es más tortuoso para quienes tienen chamos en edad escolar porque a los gastos tradicionales deben sumar las compras de uniformes y útiles. “Los zapatos que quiere mi chama hace un par de semanas marcaban 23 mil bolívares, monto que ya me resultaba bastante cuesta arriba cubrir con todo y que cobro 25 mil bolívares en la quincena. Pasé este lunes por la zapatería con la intención de comprarlos y ya superan los 30 mil”, relató Maryori Morales, habitante de El Trigo.
–Complacer los gustos de los hijos ya no es una opción, se compra lo que se puede y lo que es estrictamente necesario. Ya el morral de la niña tiene tres años y aguantará al menos uno más porque el que le gustó cuesta 30 mil bolívares (…) Es que ni teniendo un solo hijo, ganando más de un sueldo mínimo y teniendo un esposo que entre comillas gana bien, se puede vivir en Venezuela; todos los días todos los precios siguen subiendo como la espuma, es realmente desesperante lo que estamos atravesando.
Nuevas
prioridades
Comer. Esa se ha convertido en la principal prioridad de los venezolanos, quienes debido a los precios fluctuantes de todos los productos –alimentos, artículos de higiene personal y de aseo del hogar, medicamentos, ropa, calzado y pare usted de contar- se enfocan en la compra de los alimentos que encuentran en los anaqueles.
“Tenía meses sin poder ingresar al Central Madeirense de La Cascada y cuando al fin pude hacerlo este viernes vi con lástima cómo todas las neveras que antes daba gusto ver por la variedad de productos, estaban apagadas mientras los anaqueles se veían repletos de refrescos y cajas desteñidas de cereal. Pese a lo poco que había y compré, el dinero se me esfumó”, confesó Miriam Peraza, habitante de José Manuel Álvarez que en lo que va de año ha perdido 10 kilos.gf
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl