Una caja reposando al lado de una palmera en la avenida Francisco de Miranda era hurgada por un niño con la emoción de quien abre un regalo el 24 de diciembre. Sin embargo, la cáscara de huevo que se asomaba era el vestigio de los restos que habían sido abandonados. No había nada que recuperar. No obstante, el pequeño que no rebasaba los 10 años continuó su búsqueda.
La escena se repite cada domingo cuando el reloj marca las 12 del mediodía y los comerciantes comienzan a desmontar sus tarantines. Menores de edad salen en búsqueda de restos alimenticios.
“Es una realidad muy triste. Algunos se acercan hasta los vendedores y piden que les regalen los desechos. Otros corren con la suerte de que les regalen lo que quedó frío del día”, refirió Nuris López, vicepresidenta de Asovemerpo.
La realidad se repite con el resto de las ferias campesinas y ventas solidarias que suelen ser instaladas los fines de semana. “La basura de unos es el tesoro de otros”, reflexionó Nora Blanco, quien ve la situación a diario en las inmediaciones del parque Los Coquitos, donde funciona otra venta de productos naturales.
–Cargan con pimentones, tomates y cebollas magulladas para sus hogares, al menos con eso podrán preparar una especie de ensalada para por lo menos calmar el hambre (…) Lo peor es que la situación está tan crítica que cada vez la gente bota menos cosas; desechan lo mínimo posible porque todo lo venden.gf
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl
