
“Cómo están con el tejemaneje del revocatorio, el Gobierno decidió importar alimentos porque sabe que el pueblo con hambre castiga”, reflexionó Marcos Quijano, quien este lunes pudo adquirir un par de tubos de pasta dental Colgate por menos de Bs. 500 y sin hacer cola en el Central Madeirense del Centro Comercial La Hoyada.
–Cada día es más difícil comprar mercancía subsidiada por el Estado porque se han dedicado a estancar y destruir el sistema productivo: prácticamente no hay nada nacional que ofrecer. Lo que está llegando es importado, por lo que los precios son de susto. Sin embargo, prefiero que esté caro pero al menos exista disponibilidad en los estantes y no pasar por la angustia de no tener nada en casa para preparar.
Como este testimonio abundan en la capital mirandina, donde la llegada de mercancía extranjera durante las últimas semanas ha ido erradicando las colas de clientes que se habían convertido en parte del paisaje urbano de distintos negocios de Los Teques, Carrizal, San Antonio y San Diego de Los Altos, donde también abundaban las protestas cada vez que anunciaban que no había mercancía para tanta gente.
“Estaba tan habituada a hacer filas que ya no sé qué hacer con tanto tiempo libre”, confesó sin tajo de vergüenza Nélida González, jubilada que solía dedicar al menos un par de días a la semana a acampar en las afueras de Súper Líder con familiares y vecinos para comprar los artículos regulados que eventualmente despachaban.
–Ahora lo que hago es caminar y recorrer algunos locales; ver los precios para comparar y al día siguiente vuelvo a salir ya para hacer la compra (…) Con lo poco que devengo como jubilada debo pensar muy bien qué es lo que quiero. Con mi quincena me puedo llevar un kilo de bistec y otro de pasta que debo rendir con mucha cebolla y tomate, últimos que en ocasiones también aumentan desproporcionadamente de precio (…) Lo que hago es obviar la ingesta de carne: la adquiero un mes sí y dos no; igual hago con la charcutería, mientras que los enlatados ya no existen para mí.
Solución a medias
Pese a que muchos ven el oasis en el desierto cuando descubren un kilo de arroz disponible en los estantes, se les desvanece la ilusión cuando notan que marca Bs. 1.600.
“Al Gobierno se le está cayendo la careta con los controles que ha querido ejercer porque ha visto, y para nadie es un secreto porque todos lo hemos vivido en carne propia, que todo lo que regula simplemente desaparece porque establecen precios que son irreales y que terminan arruinando a las empresas que producen, las cuales quieren cercar con medidas que son netamente demagógicas”, opinó Gustavo Herrera, residente de Los Teques que se negaba a cancelar Bs. 1.900 por un kilo de harina de trigo hasta que se vio sin opciones.
–Los bachaqueros están calmándose porque ya estos números no cuadran para comprar en grandes cantidades. Espero que esta seudo solución erradique todos los fenómenos negativos que han surgido y poco a poco se vaya estabilizando la economía nacional que desde hace tres años viene dando tumbos que se han reflejado severamente en los bolsillos de todos los venezolanos, quienes han tenido que sacrificar comidas al día para poder rendir lo poco que pueden encontrar; los que viven en situaciones más adversas han tenido incluso que hurgar en bolsas de basura para garantizar un bocado de comida.
Números mágicos
Los nuevos precios que ofrecen en supermercados dejan estupefactos a quienes acostumbraban a llevarse por Bs. 2.000 hasta 6 artículos regulados.
Harina Bs. 1.900, arroz 1.600, azúcar 1.800, pasta 2.000, harina de trigo 1.900, lentejas (500 grs) Bs. 1.900, frijoles (medio kilo) 1.800, avena (900 grs) 900, salsa de tomate (400 grs) 2.400 y el galón a 10.400 bolívares.gf
Johana Rodríguez [email protected]/@michellejrl