
La burla. Así califican muchos venezolanos el hecho de que los estantes de los supermercados nuevamente sean abastecidos pero con marcas extranjeras que resultan muy costosas, sobretodo para quienes viven de un sueldo mínimo.
“Ya uno no sabe cuántos tigres hay que matar para, exclusivamente, costear los alimentos”, confesó una contadora pública que tras 16 años en su anterior trabajo tuvo que destinar su liquidación en la compra de útiles y uniformes escolares. “Ni una pantaleta pude comprarme. Con lo que gano, que es el triple del mínimo, apenas me alcanza para hacer mercado para mi familia de cuatro personas y eso sin lujo alguno: nada de palmito enlatado ni jamón de pavo porque eso desde hace algún tiempo es para los ricos”, confesó Karina Villalobos, residente de urbanización capitalina La Fontanera.
–Antes el presupuesto no rendía por el tema de los bachaqueros que ofrecían cada producto hasta con mil por ciento de sobreprecio a personas que como yo, no tienen chance de estarse achicharrando en una cola. Ahora aplacaron ese problema y dieron lugar a otro porque con la mercancía extranjera hay que desembolsillar mucho más para llevarse un par de productos. Salimos de Guatemala a Guatepeor (…) Este Gobierno en vez de reactivar el aparato productivo lo que hace es dañar todo más para llevarnos a todos al mismo nivel de miseria extrema.
La opinión fue compartida por otras amas de casa consultadas. “Uno ve cómo la gente se acerca optimista hasta los estantes al verlos llenos de mercancía que tenían tiempo sin ver y luego huyen como despavoridos; como si les hubiera pegado un corrientazo y es producto del precio tan exagerado que presentan los artículos. Imagínate que aproveché de ir a la Central Madeirense para comprar un par de pastas dentales y se me ocurrió llevar algo de beber para el almuerzo. Me acerqué a la nevera y agarré un litro de concentrado de limón. Cuando salía el vigilante me preguntó si había visto el precio del producto, le dije que sí, que marcaba Bs. 714. Él me replicó y dijo que devolviera: marcaba Bs. 7.714; un exabrupto desde donde quiera que se le vea”, confesó Marina Carvajal, residente del Savil.
–Como estamos en días tan convulsionados desde el Gobierno pensaron en llenar los anaqueles para distraer a los venezolanos de los abusos del Consejo Nacional Electoral (CNE) que sin ton ni son decidió cambiar las elecciones de gobernadores para el año que viene (…) Ninguna acción es de gratis, intentan distraer al venezolano del ruido de sus tripas porque la gente literalmente está pasando hambre y con los nuevos precios que hay en el mercado la gente seguirá comiéndose un cable.
Dosis de realidad
“Yo soy de las docentes mirandinas que está en la lucha por un salario más digno. La miseria que gano cada quincena me alcanza para cubrir el pasaje y con los cestatickets me bandeo para, máximo, un par de semanas”, dijo una maestra que solicitó el anonimato “para evitar que me halen las orejas en la escuela”.
–Hasta en las ferias agrícolas hay que cazar ofertas. Hay unas que ofrecen el kilo de todo a Bs. 650 mientras en otras nada se encuentra por menos de mil bolívares. Desde que inició el año no sé que es carne ni charcutería en mi nevera y por los vientos que soplan seguiré sin saber por un buen tiempo (…) Ni siquiera puedo darme el lujo de comprar un paquete de pasta por Bs. 3.000, así que poco a poco voy eliminando ingredientes de mi dieta diaria. En lo que va de año he adelgazado unos cinco kilos; de aquí al año que viene iré a lucir cadavérica, como mucha gente que danza modo zombie por Los Teques, desesperada por no saber qué dar de comer a su familia.
El desgarrador relato está lejos de ser único e irrepetible. Según economistas consultados, apenas un 20 % de la población venezolana tendría poder adquisitivo para costear los nuevos precios que están llegando al mercado.
“Vemos cómo disimuladamente han desaparecido los controles de precios. La comida subsidiada está siendo destinada para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), los cuales no se dan abasto pero buscan mantener calmados los ánimos en las zonas populares donde está o estaba arraigado el chavismo más duro y puro, mientras a lo que era la clase media le están terminando de aniquilar el poder adquisitivo con productos ofrecidos a precio de divisa y negra”, precisó Orlando Salerno, economista.
Johana Rodríguez [email protected]/@michellejrl