
El Pardillal es un oculto sector ubicado en Lagunetica, específicamente en la ciudad de Los Teques. Los residentes de esta zona, pasan hasta dos horas esperando por el transporte público, y es que, debido a lo escondido de esta comunidad, los “carritos por puesto” y los autobuses son difíciles de “capturar.”
Las calles permanecen solitarias durante lapsos prolongados y más que automóviles, se pueden visualizar peatones, que esquivando las fallas viales, apresuradamente buscan llegar a sus destinos.
Según lugareños, la falta de unidades en las líneas de camionetas son un factor influyente para la falta de transporte en la comunidad.
“Actualmente los repuestos son difíciles de conseguir y por eso hay muchos autobuses fuera de servicio. Si uno quiere salir de aquí para ir hasta el centro, debe tomar previsiones porque nunca se sabe a qué hora pasará carro”, manifestó Lisbeth Mata, residente.
El asfaltado también parece perjudicar a la periodicidad con la que pasan el transporte público. Lo deteriorado de la carretera intimida a los choferes, quienes temen dañar de forma irreparable la unidad o en el peor de los casos, sufrir un accidente que les cueste la vida.
“El que no tiene carro propio sufre demasiado para poder bajar al centro”, comentó, Luis Rangel, habitante de este pequeño poblado desde hace más de 40 años.
–El costo del pasaje también tiene que ver; son 70 bs y esa tarifa no es un estímulo muy grande para los transportistas. Ellos prefieren evitarse este trajín y se les entiende.
El precario estado de la vialidad también preocupa a lugareños y transeúntes. Hay huecos por doquier y prolongadas falles de borde que han surgido como resultado de las fuertes tormentas y la poca atención y cuidado por parte de las autoridades.
La maleza es imponente y la basura que se ha acumulado, rompe la estética del sitio.
“El aseo solo pasa los martes y si no se saca la basura horas antes de que el camión pase, nos tenemos que regresar a nuestros hogares con los desperdicios y guardarlos otra semana más. Si se dejan ahí por mucho tiempo, los perros callejeros las rompen y hacen un desastre”, sostuvo.
La distribución del gas también es un problema que aqueja a los lugareños, ya que no tienen un punto exacto al que acudir. Cuando necesitan un bombona, deben dirigirse a un abasto que está ubicado en una de las calles principales y regresar cargándola.
Asimismo, Rangel hizo un llamado a la alcaldía del municipio para que tomen en cuenta la precaria situación que viven estas personas y la dificultad que representa la poca afluencia de unidades de transporte público por el lugar.
Hampones al ataque
Los atracos son cada vez más frecuentes en esta zona. Residentes aseguran que antes, solía ser una comunidad tranquila, pero que ahora, los “azotes de barrio” no esperan para hacer de las suyas.
Los delincuentes actúan en su mayoría en parejas y en motos. Con armas de fuego acorralan a sus víctimas sin compasión alguna.
“Como es una localidad muy escondida, no hay casi patrullaje”, explicó Miriam Ochoa, vecina.
Manifestó que los arrebatotes de carteras son el “pan de cada día” y que incluso, se han registrado casos de secuestros y robos masivos en las viviendas.
Añadió que la muchos de los asaltos ocurren cuando las personas están esperando en las paradas de autobuses.
“Ahí los agarran y como esto es muy solitario, se aprovechan de eso”, expresó.
Finalmente, manifestó que necesitan más seguridad en la zona y un punto de control cercano.
“Exigimos más presencia policial, no es justo que no podamos salir a la calle sin tener miedo”, dijo.
–No podemos convertirnos en una comunidad olvidada, hacemos un llamado al alcalde del municipio para que se recuerde de que existimos.