¿Alguna vez ha pensado acerca de la importancia de la familia o se ha detenido a observar cómo sería su vida sin sus padres, hermanos, hijos, esposo, abuelos, tíos o primos?
Aunque no hay familia perfecta, ella es la base fundamental de la sociedad de la cual depende el desenvolvimiento de las personas en las actividades diarias; por eso la iglesia católica ha instituido el Día del Abrazo en Familia. Si no lo sabías es momento de agradecer a Dios por esas personas con las cuales has crecido, y es una excelente oportunidad para abrazarlas.
Al hablar de la familia podemos imaginar a un grupo de personas felices bajo un mismo techo y entender lo importante que es la manutención, los cuidados y la educación de todos los miembros que la componen. Sin embargo, uno de los principios fundamentales es descubrir la raíz que hace que la familia sea el lugar ideal para forjar valores que nos hagan crear una manera de vivir más humana, lo que influirá en la sociedad y en la convivencia con los demás.
El valor de la familia radica no solo en los momentos felices o la solución a los problemas del día a día. Nace y se desarrolla cuando cada uno asume con responsabilidad y alegría el papel que nos toca desempeñar en esta unidad, ayudando así al bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás componentes de la familia.
Acerca de la fecha es de referir que desde hace más de un cuarto de siglo la Conferencia Episcopal Venezolana instituyó un programa y una campaña titulada “Abrazo en familia”. La evaluación de estas jornadas ha sido positiva. La familia y el matrimonio son un reto para cada creyente, para la Iglesia y para todo ser humano.
El lema de este año dice “la alegría del amor nace en la familia”. Por ello el sumo pontífice, el Papa Francisco, le ha dedicado mucho al tema familiar y convocó a dos sínodos donde precisó la siguiente reflexión: “la alegría del amor”, dedicada a abrir caminos con creatividad y valentía para consolidar una institución que debe ser la base fundamental, la piedra angular de toda sociedad. Muchos de los males sociales tienen su raíz en la vida familiar. La violencia, el irrespeto de los sexos, la falta de afecto, las condiciones inhumanas en las que muchas veces se vive, la ausencia del padre o de la madre, las leyes que desdibujan o desatienden la familia son algunos de los síntomas que no colaboran en el crecimiento integral y armónico de los hijos. El producto final es el resentimiento, la desadaptación y la incapacidad de convivir serenamente.
Sin importar el día, es momento de fortalecer los lazos familiares, entender que no existen familias perfectas, que la convivencia no es fácil; no obstante, es importante valorar a nuestros seres queridos, fortalecer valores como el amor, la paz, solidaridad, paciencia, justicia, comprensión y respeto; empezar por la familia, la cual es la célula fundamental de la sociedad./IH/gf