Ojalá lo cotidiano de hoy solo sea un recuerdo estoico de la dignidad de un pueblo que un día se decidió a ser libre, soberano e independiente
No consigo productos regulados, no donde yo los busco. Y vaya que los busco: abastos, automercados, bodegas, etc, etc. Me toca comprar harina pan a 4.200 bolívares, arroz a 3.500, pasta o espagueti a 3.500 el medio kilo. Eso explica lo del cesta ticket y mi quincena.
Tengo como 2 años que no compro una camisa, un par de zapatos, un pantalón. ¿Cómo hacerlo si los precios exceden mi salario mensual?
Se me dañó la nevera. De eso hace casi dos meses. Aún no he podido reunir para repararla.
Tengo un año con el carro malo; si no he podido reparar la nevera… ¿qué quedará para mi carrito?
Ya no puedo llevar mis perritos a la peluquería canina, ya no puedo comprar una botella de sangría semanal como antes, ya no voy al cine, ya no se celebran cumpleaños en casa, ya no invito a comer a nadie que me visite, no le pago el pasaje a ningún amigo que me encuentre en la camionetica, menos le compro chucherías a los charleros. No como en la calle, no tomo refrescos, no regalo llamadas de mi celular a nadie, ya no me voy de vacaciones. Como muy poca carne, poco pescado, poco pollo, no como helados.
No sé cuales cosas de esas serán buenas o malas, pero ya no puedo hacerlas. Antes las hacía, en tiempos de Chávez.
Con Maduro las cosas cambiaron; la muerte del comandante hizo suponer a los enemigos del proceso bolivariano que era fácil tomar el poder. Y se inventaron varias. La más terrible de todas, una guerra económica tan brutal que nos puso a hacer colas, a pasar hambre; que incluso nos puso a pelear un todos contra todos, bachaqueros contra pueblo que al final son la misma cosa, solo que son pueblo sin consciencia, embrutecidos por el capitalismo inhumano.
Hoy, cotidianamente, pasamos hambre, pasamos trabajo. No hay familiar o amigo que no refleje en su flacura los efectos de la crisis. Somos pueblo en resistencia, pueblo pacifíco, pueblo golpeado, pueblo vapuleado, pueblo que no quiere volver atrás a pesar de los errores, los infiltrados, los corruptos, los cómplices, los ineficaces.
«Algo bueno tiene que pasar», dice una canción de Yordano. Tal vez pronto. Ojalá lo cotidiano de hoy solo sea un recuerdo estoico de la dignidad de un pueblo que un día se decidió a ser libre, soberano e independiente y por sobre todas las dificultades.
José Gregorio Blanco
aporrea.org