
El régimen chino se indignó en 2010 por la atribución del Nobel a «un condenado» y congeló sus relaciones con Noruega hasta diciembre de 2016
El disidente chino Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz 2010, murió este jueves a los 61 años de edad a causa de un cáncer, después de que Pekín se negara a dejarlo salir del país donde cumplía una condena por «subversión».
Los médicos le habían diagnosticado un cáncer de hígado terminal en mayo pasado a este escritor y profesor de literatura, que había sido líder del movimiento democrático de Tiananmen en 1989 y enemigo del régimen comunista.
A finales de junio, las autoridades anunciaron que se le había concedido la libertad condicional y que había sido trasladado a un hospital de Shenyang, en el noreste de China, tras haber estado ocho años detenido. La oficina legal de Shenyang confirmó este jueves su muerte en un comunicado.
La noticia de su hospitalización provocó las críticas de varias organizaciones pro derechos humanos y de los familiares del Nobel, que le reprochaban a Pekín que no le permitiera salir de la cárcel, pero el gobierno chino insistió en que Liu recibía los cuidados de prestigiosos oncólogos.
El disidente deseaba ser hospitalizado en el extranjero, y varios países, incluidos Estados Unidos y Alemania, pidieron al régimen comunista que accediera a esa petición, pero Pekín rechazó los llamamientos de la comunidad internacional al considerarlos como una injerencia en sus asuntos internos.
‘Hasta la muerte’
Ye Du, un disidente cercano a la familia de Liu, afirmó que Pekín quería detener al opositor político «hasta la muerte». Fuera de China, Liu «podría expresarse políticamente como premio Nobel, lo cual tendría un impacto negativo sobre el partido y el país», declaró a la AFP.
Liu Xiaobo fue condenado en 2009 a 11 años de reclusión por «subversión» tras haber reclamado reformas democráticas. Es uno de los autores de un osado manifiesto, la Carta 08, que pedía elecciones libres.
En 2010, el opositor se enteró desde su celda que le habían otorgado el premio Nobel de la Paz. El comité Nobel quiso recompensar aquel año «un largo combate no violento por los derechos humanos fundamentales en China». En la ceremonia de entrega en Oslo, se escenificó su ausencia con una silla vacía.
El anuncio de la muerte de Liu suscitó numerosas reacciones de la comunidad internacional.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, reiteraron por su parte el llamamiento de la Unión Europea a «liberar todos los presos de conciencia» en China.
Tabú
El régimen chino se indignó en 2010 por la atribución del Nobel a «un condenado» y congeló sus relaciones con Noruega hasta diciembre de 2016.
Desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping a finales de 2012, se ha incrementado la represión política en el gigante asiático.
Tras haber reprimido a los defensores de los derechos humanos, el régimen también persiguió a sus abogados, deteniendo a decenas de juristas y militantes.
El nombre del premio Nobel es tabú en la prensa oficial, salvo en los diarios chinos de lengua inglesa que califican a Liu de «criminal». El disidente es un desconocido para gran parte de la población de su país.
Este jueves el servicio en inglés de Xinhua, la agencia oficial china, informó de su muerte, mencionando por primera vez a Liu desde su hospitalización. La noticia no aparecía sin embargo en el servicio en chino.
AFP