Con 13 Copas de Europa son los reyes del viejo continente. Ningún equipo se había consagrado en tres finales consecutivas de Champions. Tampoco se recuerda uno que haya ganado cuatro de cinco finales europeas. Solo Real Madrid puede presumir de tal hazaña.
Al final, los pronósticos se cumplieron. Y es que el conjunto dirigido por Zinedine Zidane apeló a su mística y grandeza para imponerse este sábado por 3-1 ante el Liverpool en el Olímpico de Kiev y agrandar su leyenda en la historia del deporte rey.
El compromiso arrancó muy entretenido y disputado desde el primer minuto. El Liverpool tomó la iniciativa con una presión alta y asfixiante, con ataques rápidos, orquestados por su tridente de lujo: Mohamed Salah, Sadio Mané y Roberto Firmino.
El Madrid lucía confundido y poco preciso, mientras que el conjunto inglés aprovechaba cualquier despiste y causar peligro. Llegó un momento en que los muchachos de Zidane tuvieron que lateralizar y rifar la pelota para recuperar terreno y contrarrestar la avalancha roja.
La superioridad que imponían los dirigidos por Jurgen Klopp era notoria. La cantidad de remates generados eran impresionantes, pero los rebotes y las intervenciones de Keylor Navas evitaron que el marcador se moviera.
Llorando y desconsolado, Salah encendió las alarmas a los 31 minutos, cuando abandonó el terreno de juego por una lesión en el hombro. Tras una disputa con Sergio Ramos, cayó bruscamente sobre su hombro. El golpe psicológico y táctico fue notorio de parte del Liverpool, que cambió de cara.
Los de blanco aprovecharon el momento para adelantar sus líneas y tomar protagonismo. Las lágrimas volvieron a derramarse sobre el rectángulo verde; en esta ocasión, fue de parte de Daniel Carvajal, quien también por lesión fue sustituido.
Después de un rebote originado por Cristiano Ronaldo, Karim Benzema agitó las redes. El tanto fue invalidado por fuera de lugar. Lo mejor que le pudo pasar al Liverpool fue que el juez Milorad Mazic determinara el fin de la primera mitad.
El inicio del segundo tiempo fue muy parecido al final del primero: los ataques del vigente campeón europeo no cesaban. De manera milagrosa, el larguero custodiado por Loris Karius ahogó el grito sagrado de Isco. Por jugar rápido desde el fondo, Karius le regaló con las manos el balón a Benzemá y el francés inauguró la pizarra al 50′.
La alegría merengue tan solo duró cuatro minutos. Luego de un saque de esquina, Mané puso el empate. La jerarquía y la mística que impuso el Real Madrid eran incuestionables. Gareth Bale, quien entró de cambio por Isco, firmó el 2-1 a los 64’ con un remate antológico: de chilena.
Los ingleses carecían de argumentos para volver a meterse en el partido, aunque en ningún momento bajaron los brazos. Un poste de Mané pudo representar una nueva igualdad, pero Bale amplió la ventaja definitiva a seis minutos del final tras otro error de Karius al momento de repeler el disparo.
La transmisión televisiva mostraba por un lado los rostros cabizbajos y afligidos tanto de los jugadores como de la afición del Liverpool, mientras que en el otro lado de la cancha se apreciaba al ahora 13 veces campeón de Europa, coronándose con su tercera orejona consecutiva.