Las protestas contra la reelección del presidente Evo Morales hacían una pausa este sábado en Bolivia, cuando miles de personas acudieron a los cementerios a honrar a sus muertos, mientras crecía la incertidumbre sobre la auditoría de la OEA a los cuestionados comicios del 20 de octubre.
«Vamos a ser respetuosos del informe de la OEA», declaró Morales en un acto en la región central de Cochabamba el sábado, al día siguiente de que renunciara el jefe de la misión del organismo, el mexicano Arturo Espinosa, para favorecer la «imparcialidad», tras admitir que había publicado artículos críticos sobre el mandatario izquierdista boliviano.
«He decidido retirarme de la auditoría para no comprometer su imparcialidad. Debí informar a la OEA sobre manifestaciones (declaraciones) públicas previas acerca del proceso electoral de Bolivia», tuiteó Espinosa, quien había lanzado el proceso de verificación de la OEA junto al canciller boliviano, Diego Pary, el jueves.
La renuncia del experto electoral mexicano fue un revés para el proceso de verificación del cuestionado escrutinio oficial, que dio un nuevo mandato de cinco años a Morales, quien ha insistido en llamar a sus seguidores a «defender la democracia y los resultados» electorales.
La situación estaba más tranquila en Bolivia este sábado que en las jornadas anteriores, aunque persistían la tensión, los paros cívicos y los bloqueos de calles en varias ciudades.
Los bolivianos acudieron masivamente a los cementerios a honrar a sus muertos, en la festividad católica del Día de los Difuntos, mientras la fiscalía anunciaba el arresto de seis sospechosos de los homicidios de dos manifestantes opositores en el poblado de Montero, en la región oriental de Santa Cruz, el pasado miércoles.
Los funerales de ambas víctimas se realizaron el viernes, mientras en varias ciudades, incluida La Paz, manifestantes opositores hicieron vigilias con velas en plazas en memoria de ellos.