Dos menores denunciaron torturas en escuela de la GNB en Anzoátegui

Un capitán de la Guardia Nacional Bolivariana, identificado como Anderson Jesús Arellano Varela, le habría metido “corriente” a uno de los pequeños. Su pecado: estaban jugando con las figuras del pesebre de ese componente

Habitantes de la localidad de Campo Sur, en el estado Anzoátegui, protestaron el pasado sábado para denunciar la presunta tortura de la que fueron víctimas dos menores de edad en una escuela militar.

El hecho habría ocurrido en la Escuela de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), ubicada en la sede residencial de Petróleos de Venezuela en San Tomé.

Una de las presuntas víctimas denunció llorando en un video que un teniente le metió la cabeza dentro de un tobo con agua. “Me electrocutó, me agarró por la cabeza y me metió una cachetada durísimo que me caí al piso y me agarró por las orejas y me empezó a pegar la cabeza contra la pared”, agregó.

Los manifestantes afirmaron que las víctimas, de 8 y 11 años, estaban jugando con una bicicleta cerca de la entrada de la escuela militar.

Luego se ubicaron cerca de un pesebre perteneciente al componente y comenzaron a jugar con unas ovejas. En ese momento, unos militares los aprehendieron.

Otras versiones también señalan que los menores se habrían apropiado de las figuritas de animales.

Los habitantes señalaron que el militar acusado se llama Anderson Jesús Arellano Varela, director de la escuela militar.

Pudo haber muerto

En conversaciones con un equipo periodístico del portal TalCual, Solimar de Meleán, abuela del menor de 11 años de edad presuntamente torturado por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana el pasado fin de semana, reveló detalles de lo ocurrido.

Meleán detalló que en las afueras del centro de formación militar fue instalado un pesebre que llamó la atención de los niños. El nieto de Solimar, junto a otros se acercó a jugar con en el nacimiento. “Cambiaron de un lado a otro los muñequitos, se divertían… niños al fin. Puede ser que se hayan llevado alguna ovejita, no sé”, dijo la abuela.

La situación que se generó no ameritaba llegar al punto de torturar a los niños, agregó. “A mi nieto lo golpeó, lo cacheteó, le haló la oreja, le pegó la cabeza contra la pared y no conforme le metió la cabecita en el tobo con agua de coleto, le metió corriente… es un aberrado”, dijo al referirse al funcionario militar que señalan como autor del hecho.

La primera violación a los derechos del niño -precisó su abuela- fue haberlo ingresado a las instalaciones de la escuela militar y mantenerlo detenido junto a otro niño de 8 años de edad. “Es un abuso, un delito. El otro niño es más pequeño (8 años) que mi nieto, que apenas tiene 11 años».

Al más pequeño, el capitán Arellano le dijo que lo iba a picar en pedacitos y luego se lo mostraría a mi nieto, si regresaban a meterse al pesebre.

El capitán de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) es señalado por la familia del menor de edad como el autor de los hechos antes descritos. La abuela del menor señaló que el oficial habría actuado en compañía de otro militar. “Mi nieto, en medio del llanto y los nervios, recuerda que eran dos, pero a Arellano lo identifica como la persona que lo golpeó”.

Para el niño resultaba algo común jugar con sus amigos en las adyacencias de la escuela militar, pues su residencia se encuentra apenas a 100 metros del lugar.

A punto de morir

El niño agredido padece una patología a nivel neurológico que lo obliga a seguir un estricto tratamiento médico, por lo que una vez que salió de la instalación militar fue llevado al hospital de Pdvsa en la localidad para un examen médico general.

“El doctor que lo vio nos dijo que si hubiera tomado el medicamento antes del evento, con la corriente que le metieron hubiera sufrido un infarto”, reveló la abuela.

La abuela señala que a pesar de los días transcurridos desde el incidente, el niño sigue asustado y no ha logrado conciliar el sueño. “Ha dormido muy intranquilo, él tiene una habitación donde duerme solo pero anoche le pidió a la mamá que lo abrazara y no lo dejara solito, así medio durmió”, contó Solimar.

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