
Varios países latinoamericanos critican que EE. UU. planee no invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua a la Cumbre de las Américas. Algunos amenazan con no asistir y ponen en riesgo la cita en momentos de tensión mundial. Una pugna regional ha desatado la intención de Estados Unidos de excluir a Venezuela, Cuba y Nicaragua de la novena Cumbre de las Américas. De concretarse el veto, México y Bolivia han adelantado, incluso, que no asistirán al encuentro continental, que se realizará del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California. A las críticas se han sumado cada vez más gobiernos latinoamericanos.
Ante este incierto panorama, ¿está destinada al fracaso la cumbre de este año? Washington todavía no ha enviado las invitaciones oficiales, pero funcionarios estadounidenses ya han señalado que los Gobiernos de Caracas, La Habana y Managua no serán convocados. El evento regional, que se realiza cada tres años desde 1994, es considerado una oportunidad para unificar esfuerzos en temas como la migración, la democracia y el desarrollo económico. El primer mandatario latinoamericano en elevar su voz de protesta fue el mexicano Andrés Manuel López Obrador. “Todavía espero que haya una respuesta favorable para que todos participemos. El que no quiera ir está en su derecho, pero espero que nadie excluya a nadie”, declaró tras reiterar su decisión de no acudir al cónclave si la Casa Blanca no invita a todos los gobiernos de la región. Sin embargo, dijo que sí enviaría a representantes de su país.
Una postura similar expresó en Twitter poco después el presidente de Bolivia, Luis Arce: “De persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”. Por su parte, los Gobiernos de Honduras, Chile y Argentina han confirmado su asistencia a la cumbre, pero han insistido en que el anfitrión invite a todos los países de América Latina. “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”, dijo la presidenta hondureña, Xiomara Castro. En ese mismo tono se han pronunciado la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Comunidad del Caribe (Caricom). Pero no solo naciones alineadas ideológicamente con la izquierda amenazan con no acudir al evento político. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también afirmó recientemente que está evaluando su presencia: “Aún lo estamos estudiando. Depende de muchas cosas”, aseguró el líder ultraderechista.
En medio del vaivén diplomático, el Gobierno de Joe Biden anunció esta semana una modificación de su política hacia Cuba, como la reanudación de vuelos comerciales, la suspensión en el límite de las remesas o el restablecimiento del programa de reunificación familiar. Asimismo se dio a conocer una flexibilización de sanciones económicas contra Venezuela. “Esos anuncios de Biden son, al parecer, para tratar de calmar las aguas por la exclusión de algunos países de la cumbre, porque precisamente allí Estados Unidos quería mostrar al mundo que está de vuelta como líder en la región”, indica la politóloga Mariana Aparicio, miembro del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina. Desde el inicio de su gobierno, recuerda la analista, Biden ha querido tener un mayor acercamiento con la región, después de que en la era Trump esta fuera dejada de lado: “Por eso es contradictoria su postura de aislar a algunos países. No invitarlos es evitar el diálogo”.
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